Julián Triviño López-Roso (Ciudad Real, 1957) ha pasado por distintas administraciones. Antes de recalar hace un año en la oficina que el Servicio de Empleo y Formación tiene en la avenida de Murcia, fue jefe de los servicios de Recaudación Tributaria en la Comunidad Autónoma. Ahora, su principal preocupación es ayudar a encontrar una oportunidad laboral a los desempleados cartageneros.

¿A cuánta gente atienden en la oficina de Cartagena?

En números redondos tenemos en torno a 26.000 personas. No obstante, cartageneros que busquen empleo realmente son unos 19.000, según nuestros cálculos. Aun así, somos la oficina con más demandantes de empleo de toda la Región. Las tres que hay en Murcia tienen 10.000 personas menos cada una de ellas. A veces nos faltan manos para atender a tanto parado. Al día pasan por aquí unas 300 o 400 personas. Cada mes renuevan su cartilla de demandante de empleo unos 6.000 usuarios. Además, de nosotros también depende la oficina de La Unión, en la que hay 7.000 registrados.

¿Cuál es el perfil del desempleado cartagenero?

Tenemos distintos perfiles y cada persona tiene sus propias particularidades. Por ejemplo, los jóvenes que no tienen estudios tienen un desempleo mucho más duro. La sociedad tiene el deber de integrarlos para que no se queden excluidos. Nosotros les ofrecemos un programa de Garantía Juvenil para darles la formación que precisan para encontrar una oportunidad laboral. También estamos muy sensibilizados con las mujeres que han sido víctimas de violencia de género. Tenemos trabajadoras que las ayudan a estar en plenas facultades para encontrar un trabajo. Muchas de estas mujeres vienen destrozadas, por eso nuestro compromiso es total.

¿Qué futuro laboral nos espera a los cartageneros?

Nuestros hijos van a cambiar de profesión unas siete veces en su vida. De esas, unas cinco, no sabemos ni a qué se van a dedicar. Por eso hay que preparar a la gente en competencias para adaptarse al cambio, con una mente abierta. Además, la robotización industrial viene en camino. No es la Primera Revolución Industrial, pero la gente tiene que adaptarse para adquirir habilidades que le permitan ser competente y tener un hueco en el mercado profesional.

Entonces, ¿ los 'ni-nis' van a encontrar trabajo?

Tenemos que prepararnos para ese cambio que comentaba. Hay que adaptar la educación. Una persona que no termina la ESO no tiene competencias básicas de Lengua o Matemáticas para moverse en la vida. Tenemos un sistema al que puede acceder esta gente y cursos con prácticas en empresas. De estos últimos becarios, hemos conseguido que el 70% de los que lo han hecho consigan un contrato de trabajo. No obstante, las empresas exigen profesionales cualificados. Por lo que a estos jóvenes sin estudios tenemos que traerlos a las oficinas y 'reciclarlos' para que no se queden al margen de la sociedad y acaben siendo pobres al no tener un empleo con el que ganarse la vida.

¿Cuáles son las ocupaciones con más salida?

En el último mes donde hubo más ofertas fue para trabajar de carnicero, peón agrícola, camarero, limpiador, agente comercial, transportista y albañil. Como ves, todos los puestos son para un perfil bajo.

Así que la construcción repunta y el campo nunca nos da la espalda...

Los cartageneros no quieren trabajar en el campo pese a que hay muchas ofertas. Aquí en la comarca, la proporción de empleados españoles es del 10%, mientras que en Valencia es el doble. El resto son extranjeros. Hay profesiones que requieren más esfuerzo del que parece. Agáchate diez minutos y después hablamos. El campo conlleva un gran esfuerzo físico y se necesita gente con poca edad. En cuanto a la construcción, parece que está repuntando últimamente, pero nunca alcanzará los niveles de antes de que estallara el boom. Es el sector con más paro de Cartagena.

¿Qué hacemos con esos peones de obra, electricistas...?

El mar se postula como una salida profesional de futuro muy a tener en cuenta. El mercado laboral está emergiendo en este sector. Hay que prepararse para reconvertir a esos electricistas de la construcción en electricistas navales, por ejemplo.