Las costas cartageneras, a lo largo de su historia, han sido testigo de numerosos naufragios, algunos debidos a imprudencias humanas y otros como el que hoy abordamos causados por las inclemencias del tiempo. La tarde del 3 de enero de 1955 nadie imaginaba que el remolcador ´R.P. 21´, perteneciente a la Armada Española y con base en Cartagena, nunca volvería a puerto con su tripulación. Ese día, cuando ya anochecía, el mencionado barco regresaba de prestar sus servicios en la cercana ensenada de Escombreras, concretamente al buque petrolero ´Plutón´. Según narraban los diarios de la época «el tiempo era malo pero no había temporal1, hasta el punto de que una lancha con remolque salió del mismo lugar quince minutos después del suceso y no tuvo problema en su travesía. Pero en el caso del remolcador un golpe de mar inesperado le obligó a dar una cabezada, a ese golpe le siguieron otros dos más, y la entrada de agua fue tal que la embarcación se hundió sin remisión.

Nueve fueron las víctimas, el capitán de corbeta y práctico del puerto Gerardo González, el alférez de navío Manuel López, el contramaestre primero Avelino Fernández, el mecánico primero José Avilés, el marinero de primera Antonio Puga y los marineros de segunda Francisco Muñoz, Eusebio Guasch, Jesús Piñeiro y José Martínez. El accidente tuvo un héroe, el marinero de primera Pedro López Meca, a quien le dio tiempo de alcanzar la costa nadando y salvar la vida del teniente de navío Francisco Pérez Gelabert. Dicho marinero tuvo su recompensa al recibir la cruz de plata del Mérito Naval con distintivo rojo, entrega realizada en una emotiva ceremonia celebrada en el Arsenal casi dos meses después de su heroico acto. Por desgracia inicialmente sólo se pudieron rescatar tres cadáveres, el del capitán de corbeta, el del mecánico primero y el contramaestre.

Dada la magnitud de la tragedia el ministro de Marina Salvador Moreno se desplazó inmediatamente a Cartagena para presidir el entierro de estas víctimas celebrado dos días después. Fue una auténtica manifestación de duelo y junto a la bandera nacional que cubría los féretros no faltaron coronas del Ejército de Tierra, la Cofradía de Pescadores, la Agrupación Deportiva Levante de Santa Lucía, el ayuntamiento de Cartagena, el Arsenal y los familiares de los finados.

El llamamiento realizado por el alcalde Miguel Hernández para que el comercio y la industria cerraran los establecimientos, provocó que casi cuatro mil personas acompañaran a la comitiva fúnebre. El cortejo recorrió varias calles de la ciudad, hizo un alto en la iglesia de San Diego donde se rezó un responso, y terminó en la plaza de Bastarreche que era el lugar habitual de despedida del duelo. Igual de masiva fue la asistencia al funeral celebrado el día 11 de enero en la iglesia de Santa María de Gracia y presidido por el capitán general, el almirante González Aller.

Las labores de rescate del casco y los cadáveres de los desaparecidos no fueron fáciles ya que el remolcador acabó sumergido a treinta y cinco metros de profundidad. Tras días de intenso trabajo por parte de buzos, con la ayuda de la mítica grúa Sansón, el ´R.P. 21´ fue extraído del mar hallándose en su interior el cadáver del marinero de segunda Eusebio Guasch, único cuerpo que pudo ser rescatado.

Los restos del infortunado junto con el remolcador llegaron al Arsenal de Cartagena donde se rezó un responso por el descanso de su alma. Se cerraba de esta manera uno de los episodios más tristes ocurridos en el pasado siglo XX en el litoral cartagenero, y que hoy hemos recordado en este ´Historias de Cartagena´.