Cornelio tiene 38 años, es un rumano ortodoxo oriundo de Mizil, junto a Bucarest, está felizmente casado con una bella rumana de precioso nombre, Vera, y tiene un hijo, Roberto. Me habían hablado de su genialidad con los coches y muy especialmente en el arte de la restauración,

pero no le di demasiada importancia, hasta que una tarde me enseñaron la restauración integral que hizo el solito de un camión Ebro de 1953, sencillamente ¡magnífica e impecable!, así que lo elegí como protagonista de éste selfie.

Fui por esos campos perdidos de Dios hasta encontrarlo entre herramientas y coches antiguos. Hombre sencillo y tímido,

que no pierde la sonrisa amable.

Vino a España en el año 2003, contratado por una empresa agrícola de Alicante.

Cuando llegó le esperaba un trabajo, un camastro en una fría nave con luz pero sin agua, que tenía que traer en cubos desde unos 500 metros de distancia y un tan destrozado como viejo coche debajo de una higuera.

´¿Si lo arreglo puedo usarlo?´, preguntó.

Le dijeron que sí, con incredulidad, transformándose ésta en asombro cuando vieron el viejo coche completamente nuevo.

Luego le ofrecieron trabajar de albañil y cambió de oficio. Un día a su jefe se le rompió el flamante Mercedes y Cornelio se

ofreció a arreglárselo.

Con herramientas limitadas y en un momento, solucionó un problema de difícil y cara reparación.

Fue entonces cuando su jefe se enteró de que tenía delante de él a un genio de la mecánica, dándole la oportunidad de restaurar coches

antiguos, que es lo que más le gusta hacer. Restaura cualquier coche, sin límite, desde viejos camiones, pasando por mercedes del 56, hasta su última obra, la restauración

total de un Citroën 2 CV.

Llegó sin saber nada de español y lo habla perfectamente, nunca se ha sentido rechazado por ser rumano, todo lo contrario, por donde va, recibe afectos. Se siente muy feliz en España, aunque la morriña de su tierra siempre la lleva presente. Le gusta la paella mediterránea, pero añora la comida de su tierra, como ´la sarmale´, que es carne picada enrollada en hojas verdes, tipo lechuga.

Cuando me dice que todos los días se acuerda de sus padres, Gheorge y Lucica, y de ese exquisito plato que su madre siempre le preparaba, ´chorva de perisnare´, que es una sopa con pelotas; y recuerda con cariño como su suegros, Ion y Zambila, siempre le preparaban para comer ´chorva de burta´, una sopa con callos... a este buen hombre, los ojos se le humedecen por la nostalgia. ¡Qué duro es estar fuera de tu tierra

y lejos de los que amas!

Le comento algo de política, que es lo mío, y me contesta que lo único que le preocupa es tener trabajo, y eso es, precisamente, lo que le pide a quien gobierne.

Cuando ves sus vehículos restaurados, tan perfectos, no puedes dejar de pensar que quien tienes delante es un genio de la mecánica, como antaño lo fueron Leonardo Da Vinci, Pierre Michaux o Karl Benz.

En su sencillez, se siente muy agradecido con todos los españoles por haberle acogido con tanto cariño, pero no sabe que somos los españoles los que nos sentimos muy orgullosos de que genios como él hayan elegido vivir entre nosotros para premiarnos con su presencia, su humanidad y sus obras.

En éste país, toda la gente como Cornelio Marian, ¡son bienvenidos!, así que, gracias por habernos elegido.

Y ahora el selfie€, ¡con dos caballos!, sí señor,€, ¡chsss!, sin equivocarse, ¿eh?, que los dos caballos son los de atrás.