Para cualquier estudiante que se precie, es importante conseguir que el tiempo que pasa delante de los libros sea lo más productivo posible, y todo con la mente puesta en un objetivo claro: lograr unos resultados óptimos que le permitan finalizar el curso con éxito. Convertir en realidad las metas propuestas no es una tarea sencilla ya que demanda el mantenimiento de unos hábitos diarios, una agenda planificada y, sobre todo, evitar cualquier tipo de distracción.

En estos términos se pronuncian diferentes expertos en esta materia, que remarcan la necesidad de tener unas rutinas perfectamente definidas, que les beneficien para poder lucirse al máximo y conseguir la mayor calificación posible. Así, una de las claves es que se respeten unos horarios tanto de estudio como de descanso de forma constante, de manera que el cerebro esté mejor preparado durante los días de estudio y la fecha del examen.

Subrayar y memorizar lo más importante suele ser una de las formas tradicionales de estudio, pero no siempre es la que mejor resultados proporciona. En este sentido, se considera que lo más importante es el entendimiento de los apuntes ya que cuando uno subraya adquiere algunos conceptos, pero no siempre termina de entenderlos y mucho menos recordarlos exactamente igual para explicarlos semanas o meses después del examen.

Asimismo, hacer esquemas, listas o poner lo estudiado en común con los compañeros son algunos de los elementos básicos a la hora de prepararse para un examen, si bien las nuevas tecnologías han logrado integrarse en el mundo escolar y universitario a través de múltiples aplicaciones (apps), que pueden ayudar a programar las sesiones de estudio, organizar los apuntes o resolver problemas matemáticos.

Más allá de memorizar el temario o reforzar los estudios a través de las nuevas tecnologías, hay una serie de pautas y técnicas que mejorarán el estudio y, por extensión, los resultados finales.

Organizarse antes de empezar. Antes de ponerse a estudiar para un examen, conviene preparar todo lo que se va a necesitar, teniendo muy claro qué es lo que hay que estudiar y saber los temas que entran para poder estructurarse el tiempo. Así, también se recomienda que los temas más difíciles se estudien al principio, dejando los más sencillos de comprender para los últimos días.

Gestionar el tiempo. Saber administrarlo es una virtud, pues estudiarlo todo o mucha cantidad el día antes del examen es muy poco productivo. Uno de los consejos más frecuentes consiste en realizar un calendario con las fechas de los exámenes parciales y finales; y priorizar la importancia de las asignaturas para gestionar los tiempos de dedicación a cada una de ellas.

Mantener unos hábitos de estudio. Se recomienda respetar los horarios de estudio y de descanso, marcándose tiempos de estudios fijos y paradas de 15 o 20 minutos durante las que hacer algo totalmente distinto, favoreciendo así la concentración durante el estudio posterior.

Elegir el método que más ayude a recordar lo estudiado, como por ejemplo, reescribir los contenidos, destacar lo principal por colores, hacer esquemas, prestar atención plena a las explicaciones del profesor y un largo etcétera.

Mejorar la concentración. Estudiar en un entorno adecuado, un espacio fijo, que sea silencioso o con música relajante, y que esté exento de distracciones, es una de las opciones que permite mejorar la concentración.

Ampliar conocimientos con ayuda de otros compañeros. Estudiar o repasar en grupo permite compartir apuntes y obtener más información que pueda servir para completar los apuntes.

Practicar antes del examen. Además de repasar de la forma tradicional se puede hacer también con la ayuda de aplicaciones móviles que permiten realizar revisiones rápidas antes del examen.

Tener claro los objetivos. No conviene olvidar lo que se quiere conseguir al finalizar la carrera. Es decir, hay que tener claro por qué y para qué se debe estudiar y aprobar.