Aunque en Las Manchas haya puertas que se resistan a su reapertura porque la ceniza se ha incrustado hasta en las cerraduras, la ilusión de regresar es una llave mágica que consigue abrir el bar de Sori y Víctor. Entre los desperfectos que hay en su negocio encuentran la esperanza para volver a recibir clientes pronto. El barrio continúa casi oculto por la cantidad de ceniza que sigue acumulada en sus calles y aunque el volcán ya no es una amenza, deben airear cada estancia ante el riesgo de que siga habiendo gases acumulados. Las compañías de seguros peritan los daños y con paciencia y esfuerzo se intenta que Las Manchas resurja de las cenizas.