Resident Evil Village es la representación directa de los acontecimientos que pudimos vivir en Resident Evil 7 y de nuevo nos pone en el papel de Ethan Winters, el personaje que terminó involucrándose en los monstruosos y dramáticos eventos de la anterior entrega. Tras superarlos, ahora se esfuerza por llevar una vida normal junto a su esposa Mia y su hija recién nacida, Rose. Una existencia tranquila hasta que Chris Redfield y un equipo de soldados especiales irrumpen en su casa y secuestran al bebé.  Con este precepto, Village presenta una cohesión especialmente acertada entre la dirección de Resident Evil 7 y la atmósfera del cuarto capítulo de la serie, que se remonta a 2005. Esto es lo que pensábamos cuando, con gran asombro, nos encontramos admirando un panorama lúgubre y al mismo tiempo impresionante: el pueblo que da el subtítulo al juego con el imponente castillo de Alcina Dimitrescu como telón de fondo. 

Inmerso en la niebla, cubierto por la nieve e impregnado de un incisivo olor a muerte, la villa es un lugar fantasma, lleno de chozas y humildes casas deshabitadas. Las mesas todavía repletas de vasos y platos, las puertas abiertas y los hogares colmados de enseres personales, rápidamente nos llevarán a especular con un repentino evento que ha trastornado la vida de los aldeanos, obligándolos a dejar sus propiedades con urgencia. En realidad, durante el viaje Ethan se encontrará con algunos supervivientes, buenos cristianos y almas sufrientes unidas por la fe inquebrantable en la Madre Miranda, una figura quizás incluso más enigmática que el "antihéroe" Chris Redfield. 

Las tramas de Resident Evil siempre se han basado en las desventuras de los protagonistas y el lento descubrimiento de los secretos de los antagonistas, pero pocas veces en la serie hemos visto tanta atención a los personajes secundarios. Es decir, el contexto narrativo es más rico y creíble de lo que puedas esperar, ya que combina con acierto el desarrollo de la tragedia colectiva y la del propio Ethan Winters. Gracias a esta densidad Village ofrece intensos momentos emocionales alternando fases de tensión, -donde Winters recolecta recursos con la esperanza de no toparse con ningún enemigo hambriento-, acción y exploración, donde la crudeza del mundo creado por Capcom se manifiesta con más fuerza. 

En este sentido, Ethan ahora es un protagonista decididamente más reactivo que el explorador silencioso de la casa Baker y, a menudo, incluso, reflexiona sobre la pesadilla que está viviendo o se culpa a sí mismo por no haber sido capaz de proteger a su entorno más cercano. El juego nos dará la oportunidad de conocer mucho más sobre él, hasta convertirlo en un protagonista capaz de compartir mesa junto a sus predecesores más conocidos. En cualquier caso, a estas alturas estamos hablando de un hombre más acostumbrado a la autodefensa y a afrontar el miedo, características que se reflejan en la producción. 

Adentrándonos en el corazón de este pueblo de Europa del Este, que entre sus secretos e increíble atmósfera podría convertirse en un escenario icónico, el protagonista encontrará la manera de acceder al castillo de Dimitrescu y a muchas otras áreas. El culto a la Madre Miranda, la devoción ciega de Lady Dimitrescu a su dama y las muchas abominaciones que habitan el lugar constituyen en realidad la fachada de algo más oscuro y profundo. Al igual que en Resident Evil 7, se despliega una atmósfera de tensión que se acumula lentamente desde el comienzo: todavía aturdido, Ethan deambula en medio de la nada hasta que llega a la aldea, que comienza a explorar mientras se enfrenta a los rigores de un invierno despiadado. Algo más tarde se encontrará gateando entre muebles viejos y rebuscando en cajones en busca de armas, munición, artículos clave y documentos que pueda almacenar en el diario, ya que el juego también aprovecha unos rompecabezas y puzles ambientales notablemente contextualizados. 

El mundo de Village también permite a Ethan encontrarse con algunos apoyos, como, por ejemplo, El Duque, un enorme y obeso mercader que ofrece al protagonista una amplia variedad de artículos, armas y mejoras. Por supuesto, también podrás venderle lo que Winters vaya recolectando para sumar Lei que se invierten en mejoras. Y ha llegado el momento de centrarse en los antagonistas y sus habilidades. Para empezar, Heisenberg, su control sobre elementos metálicos y un talento para el mal parece infinito. Pero pasemos a Alcina Dimitrescu y sus hijas, partiendo de algo que parecía casi obvio: la condesa es en efecto una enemiga que nos perseguirá de forma incansable hasta que nos haga trizas. Al igual que el Tyrant T-103 de ‘Resident Evil 2’, la enorme vampira se desplaza con grandes pasos que producen los sordos golpes de sus tacones de aguja. En caso de acercarse demasiado, no dudará en soltar una enorme garra de su mano derecha para desatar devastadores ataques sobre la víctima. 

Desde el contexto narrativo y los personajes circundantes, hasta los tiroteos llenos de tensión, el polifacético Ethan Winters tendrá que luchar para salvar a su hija explorando inquietantes escenarios, lidiando con carismáticos enemigos e insospechados antihéroes en un viaje embellecido por un sector audiovisual excelente. El uso de Ray Tracing lleva la iluminación global ya notable al siguiente nivel y hace justicia al detalle de las texturas. Desde los viejos tablones de madera, pasando por las muescas de la escopeta, los muebles y en general hasta los interiores del castillo Dimitrescu, el nuevo capítulo nos sumergirá en un mundo envolvente y realista, habitado por expresivas abominaciones y excelentes modelados de personajes. Si a lo anterior sumamos el increíble sonido de los entornos, que dan lo mejor de sí con el combo de audio 3D y unos auriculares adecuados, es realmente fácil entender por qué ‘Resident Evil Village’ tiene todo lo necesario para convertirse en la nueva piedra angular del survival horror.