La inteligencia artificial cierra la semana más prolífica de su historia

Microsoft y Google aceleran su batalla empresarial con la integración de ChatGPT en cada vez más productos mientras la IA sigue extendiéndose

Inteligencia artificial.

Inteligencia artificial. / EFE

Carles Planas Bou

El mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso y la inteligencia artificial (IA) es la mejor prueba de ello. Desde el lanzamiento público en noviembre del generador de textos ChatGPT, la aplicación que ha alcanzado más rápido de la historia los 100 millones de usuarios, este campo está floreciendo como nunca antes lo había hecho, normalizando la interacción entre humanos y máquinas y acelerando el maratón empresarial entre gigantes como Microsoft o Google para colonizar un mercado que promete beneficios milmillonarios. No hay semana en la que no se presenten nuevas tecnologías cuyo impacto puede ser transformador. Sin embargo, ninguna había sido tan frenética y prometedora como esta.

El primer terremoto fue el martes. OpenAI, el laboratorio de investigación responsable de ChatGPT, presentó GPT-4, un nuevo modelo de lenguaje que ampliará los datos de los que este bot conversacional se alimenta, dotándolo de mucha más potencia y precisión. Así, se puede someter a la IA a un examen universitario y saca una nota dentro del 10% de los mejores alumnos humanos. Además, esta evolución permitirá que ChatGPT no solo realice tareas a través de las descripciones que escribe el usuario, sino que también podrá trabajar con imagen y sonido. "Supone un salto importante, argumenta y simula razonar de forma más brillante", explica a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica, el analista tecnológico Antonio Ortiz, autor del podcast sobre IA 'Monos Estocásticos'.

La gran apuesta de Microsoft

Como indica su nombre, OpenAI solía revelar al público el funcionamiento de sus innovaciones, pero eso se ha acabado. "Nos equivocamos, no tiene sentido tener el código abierto", ha confesado uno de los fundadores de la startup, Ilya Sutskever, a 'The Verge'. La presentación de GPT-4 estuvo marcada por la opacidad, un recelo que se debe a que la compañía ya no es una organización sin ánimo de lucro, sino una rama de Microsoft que busca hacer negocio. Así, las mejoras de este último modelo de lenguaje solo están disponibles para los suscriptores de pago.

"Todo lo que hacemos en internet pasará a tener una IA de copiloto"

Antonio Ortiz

— Analista tecnológico

La inversión de 11.000 millones en OpenAI deja claro que la IA es una de las grandes apuestas empresariales del gigante tecnológico. Hace unas semanas, lanzó las nuevas versiones de su buscador Bing y del navegador Edge que incorporan esta tecnología, una estrategia para tratar de competir con los servicios de Google. El jueves amplió la integración de este 'copiloto', como lo han llamado, a todas sus aplicaciones —WordExcelPowerPointOutlook, Teams y Power Platform— bajo la promesa de "transformar el futuro del trabajo". Eso significa que la IA podrá seguir tus órdenes y escribir un borrador, mandar correos electrónicos, calcular cuentas y realizar presentaciones en cuestión de segundos. "Todo lo que hacemos en internet pasará a tener un copiloto", asegura Ortiz, autor del boletín Error 500. "Y si acelera la productividad puede suponer un impacto económico brutal".

Si el año pasado la valoración de Microsoft cayó un 30% en lo que va de 2023 ya ha remontado más de un 15%, casi un 10% tan solo desde el lunes. La estrategia de presión interna para llevar estas herramientas de IA a los usuarios está dando resultados.

Google no se queda atrás

Aunque ChatGPT está en manos de Microsoft, este sistema de chat no existiría sin la tecnología inventada por Google. Hasta ahora, el gigante propiedad de Alphabet había optado por una vía más prudente y había guardado sus innovaciones en IA bajo llave. Sin embargo, el acelerón pegado por su rival es visto como una posible amenaza a su negocio, lo que ha obligado a la compañía a responder para seguir el ritmo de una competición vertiginosa.

A principios de enero, Google lanzó Bard, su chatbot particular. Su uso está, de momento, reservado a un número limitado de expertos. El martes anunció otra batería de novedades no menor. Por un lado, hará como Microsoft e integrará la IA generativa en todos sus productos de trabajo, como Gmail, Docs, Drive o Meets. Esa tecnología —que ya se aplica para autocompletar palabras o frases— permitirá resumir conversaciones por e-mail o tomar notas de forma automática durante videollamadas.

Por el otro, abrirá el acceso a su IA para que las empresas puedan usarla para desarrollar nuevos servicios y aplicaciones. Con ello responde a OpenAI, cuyo modelo de negocio pasa por ser la plataforma que habilite nuevas creaciones.

También el martes, la compañía de IA Anthropic —en la que Google invirtió 400 millones de dólares— lanzó un nuevo modelo de lenguaje para competir con ChatGPT. Las acciones de la multinacional tecnológica se han disparado un 11,5% desde el lunes.

Revolución de la imagen

Empresas de todo el mundo se están apuntando a esta carrera de fondo. Este jueves, la compañía china Baidu —conocida como el Google chino— presentó Ernie Bot, un sistema con características similares a GPT4 que estará limitado al mercado mandarín. "China lleva una década siendo muy visionaria, pero su esfuerzo por controlar que esos modelos de lenguaje no escapen a la censura puede limitar iniciativas similares", asegura Ortiz.

Esta semana también ha habido novedades más allá de los generadores de texto. El laboratorio de investigación Midjourney presentó el miércoles Midjourney V5, su motor capaz de generar todo tipo de imágenes a partir de las descripciones de los usuarios. Esta evolución abre la puerta a imágenes de mucha mayor calidad. Tanta que, en algunos casos, se hace difícil distinguir entre fotos reales y lo que ha creado la máquina. Ortiz apunta a que el próximo paso estará en los generadores de vídeo. "Estamos viendo solo el amanecer", advierte.