El doctor Jaume Mora es una referencia mundial en el tratamiento del cáncer en los niños. Jefe de oncología pediátrica del Hospital Materno Infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, Mora define al "cáncer del desarrollo" como un "conjunto de enfermedades" que "no presentan ningún síntoma específico" en el niño y cifra en un 80% el porcentaje de curación en los países industrializados.

-¿Cuáles son los síntomas del cáncer infantil más frecuentes o que mejor se pueden reconocer?

El cáncer que se mal denomina "pediátrico" o "infantil" es un conjunto de enfermedades, no una enfermedad, caracterizadas por el crecimiento anormal y no controlado de células indiferenciadas, inmaduras, propias del proceso de formación de un nuevo individuo. Por ello lo denominamos biológicamente cáncer del desarrollo (desarrollo como proceso biológico por el que a partir de una célula fecundada se genera y modela un nuevo individuo adulto).

Estas enfermedades cuando aparecen no presentan ningún síntoma específico. Es decir, cuando un niño se queja de dolor de barriga puede tener muchas enfermedades, también un tumor. Es por ello que no hay ninguna manera de diagnosticar un tumor a partir de los síntomas de un paciente. Dado que el cáncer del desarrollo es un conjunto de enfermedades raras, la mayoría de niños que con los síntomas más habituales no tienen ningún tumor pero de vez en cuando aquel dolor de espalda, persistente, que despierta por la noche, puede ser el primer síntoma de un tumor del desarrollo.

Por definición los tumores del desarrollo no se pueden prevenir, no se pueden realizar medidas de prevención primaria como en el cáncer del adulto o del envejecimiento. El cáncer del desarrollo es el producto de un conjunto de accidentes biológicos que no pueden prevenirse.

-Ante la aparición de posibles señales, ¿qué pasos deben seguir los padres?

Dado que no hay síntomas específicos que nos identifiquen a los tumores del desarrollo cuando aparecen, los padres consultarán a su pediatra de cabecera por síntomas habituales de cualquier enfermedad. Será a partir del estudio del pediatra, el traumatólogo, el oftalmólogo, otorrino o cualquier médico general que se descubrirá el accidente del tumor.

-¿Cuáles son los tipos de cáncer infantil que se dan con mayor frecuencia?

El cáncer del desarrollo más frecuente es la leucemia y el linfoma o tumores del órgano que fabrica el conjunto diverso de las células de la sangre, un 30% de todos los tumores propios del desarrollo. El conjunto de los tumores de la formación del sistema nervioso central es el segundo grupo de tumores más frecuente, representan aproximadamente un 25% de todos los tumores del desarrollo. Los tumores propios del desarrollo del sistema nervioso periférico, tumores neuroblásticos, son el tercer grupo en frecuencia. Después vienen los tumores de la formación de cada órgano pues hay un tumor del desarrollo por cada órgano que hay que generar: el tumor de la retina, o retinoblastoma; el tumor del hígado, o hepatoblastoma; el del riñón, o nefroblastoma (tumor de Wilms); el del hueso, osteosarcoma; el del tejido muscular, rabdomiosarcoma, etc..

-¿Cómo ha evolucionado, en líneas generales, el tratamiento del cáncer infantil en los últimos años?

El cáncer infantil afortunadamente en los centros avanzados de los países industrializados se puede curar en un 80% de los casos. Ello no obstante se refiere al conjunto de estas enfermedades. Cuando se analiza tumor por tumor nos damos cuenta que hay tumores en los que podemos curar a más del 90% de los pacientes como las leucemias el tumor de Wilms, sin embargo para algunos tumores del sistema nervioso central no podemos curar a ninguno. Hay que enfatizar no obstante que las cifras de curación son muy variables entre los países y que el factor de riesgo más importante para un niño diagnosticado de cualquier tumor del desarrollo es el país donde ha nacido. Incluso en Europa las diferencias entre los países son enormes, como la mayoría de los países de la Europa Oriental con índices de curación muy bajos comparados con los índices de curación que puede ofrecerse en los centros más especializados de nuestro país, por ejemplo. Se ha estimado que el 80% de los niños viven en países donde los índices de curación del cáncer infantil son de un 40% o inferior. En consecuencia, se puede afirmar que la mayoría de niños con cáncer en el mundo siguen muriendo de la enfermedad.

-¿Qué diferencias hay entre el cáncer infantil y el de adultos?

El cáncer que afecta a los adultos es un conjunto de enfermedades relacionadas con el acúmulo de mutaciones que ocurren a lo largo de los años muy relacionados con el estilo de vida. Es por ello que puede catalogarse al cáncer del adulto como una enfermedad del envejecimiento. De esta manera se entiende que la epidemia de cáncer que vivimos en nuestras sociedades industrializadas se relaciona claramente con el incremento de la esperanza de vida de las poblaciones y sólo cabe esperar que la incidencia del cáncer del envejecimiento siga aumentando.

El cáncer que afecta a los niños, adolescentes y adultos jóvenes es un proceso que nada tiene que ver con el cáncer del envejecimiento. El cáncer que ocurre en los niños, adolescentes y adultos jóvenes no aumenta en incidencia y está causado justamente por el fenómeno contrario al envejecimiento, el del desarrollo de un nuevo individuo. El cáncer del niño ocurre precisamente y únicamente como consecuencia de que ese individuo está transformándose, creciendo, desarrollándose. Una vez concluye el periodo de la vida caracterizado por una velocidad de crecimiento positiva, concluye el riesgo de que ocurran los tumores del desarrollo. Es por ello que los adultos no padecen retinoblastomas, neuroblastomas, hepatoblastomas? simplemente porque su retina, sus sistema nervioso periférico o su hígado ya están desarrollados.

-En el plano psicológico, ¿qué papel pueden jugar los padres para ayudar a los niños y ayudarse a sí mismos?

Los padres son los portadores de todo el sufrimiento psicológico que acarrea el diagnóstico de una enfermedad potencialmente mortal en los niños o adolescentes. Estos no tienen conciencia de la mortalidad del diagnóstico y es por ello que el trato con el niño enfermo es extraordinariamente gratificante pues sólo con resolver el problema que les acucia de inmediato los niños viven su día a día con la inocencia y plenitud que les es propia para su edad. Son los padres los que padecen la angustia del futuro incierto, como todo padre, pero con la certeza que la enfermedad va a imponer una seria de condicionantes que ellos tendrán que acordar con los profesionales en cada momento. El equipo de especialistas que debe atender a un niño enfermo de cáncer debe incluir necesariamente especialistas en soporte psico-social para los padres y su entorno familiar pues el cáncer del niño afecta a toda la familia.