Muchos de los nacidos durante el 'baby boom' de los 70 recuerdan con horror cómo les extirparon las amígdalas sin anestesia. Aunque el trauma persiste aún entre los hoy adultos, sus hijos ya no pasarán por este trance salvo en contadas ocasiones, dormidos eso sí, y su sistema inmune saldrá reforzado gracias a la actual corriente conservadora en cirugía pediátrica.

Según explica el doctor Javier Cervera, Presidente de la Comisión de Otorrinolaringología Pediátrica de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL), las amígdalas o anginas forman parte junto con las adenoides o vegetaciones del sistema productor de defensas del organismo para combatir las infecciones respiratorias de las vías altas.

Hasta hace unos años, la operación en la que se extirpaban las amígdalas, denominada amigdalectomía, se realizaba con mucha frecuencia entre los niños que roncaban o presentaban frecuentes dolores de garganta o anginas. Cervera apunta que se ha demostrado que las amígdalas y las adenoides producen defensas necesarias para nuestro organismo y por ello su eliminación se ha limitado en gran medida en los menores.

Durante la primera infancia, cuando muchos niños hacia los dos o tres años de edad comienzan a ir a la guardería o el colegio se ocasiona entre los menores el contagio de gran número de infecciones respiratorias derivadas de un sistema inmune inmaduro.

Lo que sucede, señala Cervera, es que con la activación de las defensas aumenta el tamaño de los órganos linfoides (anginas y vegetaciones) y el niño puede llegar a roncar pero tras el episodio infeccioso este síntoma desaparece.

Límites a la cirugía

Por todo ello, los especialistas en la actualidad limitan la intervención sobre amígdalas y adenoides a dos situaciones bien delimitadas: las infecciones recurrentes de garganta y la existencia de apnea obstructiva del sueño. En el primero de los casos suele intervenir el estreptococo y para operar el niño debe haber tenido al menos 6 infecciones a lo largo de un año durante dos años consecutivos.

Se considera normal la existencia de infecciones repetidas alrededor de los 2 o 3 años pero hacia los 4 o 5 años el sistema inmune está más desarrollado y la frecuencia de infecciones remite. Sin embargo, si los episodios infecciosos siguen siendo muy repetidos a esta edad, el patógeno puede haber 'anidado' en el corazón de las amígdalas y producir resistencia a los antibióticos, por lo que se aconseja la operación.

La apnea obstructiva del sueño tiene su origen en muchas ocasiones en una hipertrofia o crecimiento excesivo de anginas y vegetaciones que ocasiona una dificultad respiratoria. Esto a menudo da lugar a que el menor ronque, el problema es cuando estos ronquidos llegan a ser tan intensos que producen paradas en las que el menor deja de respirar durante unos 8 o 9 segundos.

En los casos en los que los ronquidos se asocian a las infecciones de vías altas el tratamiento puede ayudar a eliminarlos, pero si no hay mejoría se sospecha que se trata de apnea obstructiva del sueño y una de las opciones más empleadas para tratarla es la intervención sobre anginas y vegetaciones.

El tamaño de las amígdalas o anginas se observa a simple vista en una revisión de garganta pero las adenoides o vegetaciones están situadas justo detrás de la nariz y requieren de una prueba física o bien de la realización de una radiografía para evaluar su crecimiento.

Evolución de las intervenciones

Los métodos para operar las anginas y vegetaciones también han cambiado a lo largo de los años. Si bien muchas de las operaciones de amígdalas que se realizaban hace unas décadas se hacían sin anestesia, esto es algo que afortunadamente ha pasado a la historia.

Cervera, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús en Madrid, explica que en la actualidad cuando se trata de un problema de tamaño se opta por reducir las amígdalas con radiofrecuencia aplicada a través de la inserción de agujas en este tejido. Con este tipo de intervención además se consigue disminuir la hemorragia y las molestias de dolor asociadas a la operación.

En el caso de las amígdalas, el menor debe permanecer al menos una noche ingresado tras la operación, si sólo se interviene sobre las vegetaciones (adeinodectomía) se suele ir a casa en el mismo día.

Cuando la causa de la operación está en las infecciones de garganta repetidas la opción es la extirpación completa que se realiza por medio de tijeras quirúrgicas, electrocoagulación o bisturí frío. Es una intervención que tiene un postoperatorio más molesto que la eliminación de vegetaciones pero que se resuelve en unos pocos días más.