Con motivo de la conmemoración el pasado jueves, 8 de octubre, del Día Internacional de la Podología, varios colegios de podología han informado de que «cuidar los pies con las atenciones que requiere en cada época de la vida es uno de los factores importantes para llegar a la Tercera Edad con unos pies saludables».

«Los pies son el sustento de nuestro cuerpo. Si bien una parte de su estado depende de cuestiones genéticas, hay aspectos que podemos ir cuidando desde pequeños y que nos permitirán mantenerlos sanos incluso siendo mayores. La salud en nuestros pies nos garantiza autonomía, evitar que se vea reducida nuestra movilidad y confiere calidad de vida cuando somos mayores», explican.

Destacan que no todas las patologías de los pies conllevan cursar dolor o molestias. Un ejemplo son las manchas en la piel, deformidades no dolorosas o infecciones que pueden no presentar picor.

Otros síntomas que pueden indicar problemas de salud en los miembros inferiores son molestias en los tobillos, las rodillas, en el antepié o los talones, por ejemplo.

«Si observamos que desgastamos el calzado de forma irregular o que rallamos los contrafuertes internos, es importante acudir al podólogo porque es síntoma de que nuestros pies no están correctamente alineados y, probablemente, será necesario aplicar un tratamiento para corregir las descompensaciones en la pisada», señalan.

Los pies en cada época de la vida

Los especialistas explican que una primera etapa es la que va desde el crecimiento a la pubertad. En ella es importante realizar una revisión anual porque mientras el pie crece se pueden corregir deformidades de forma no invasiva. Se pueden corregir vicios y cambiar costumbre en los pies de los niños simplemente eligiendo correctamente el calzado. Además, si un niño necesita tratamiento, será mucho más efectivo que en el adulto. En el caso de estos últimos, más que correctores son paliativos.

La segunda etapa contempla desde la adolescencia hasta los 50 años. En este caso, es relevante realizar revisiones periódicas, principalmente si se practica algún tipo de deporte o se usa un calzado específico para trabajar. En esta etapa hay que prestar mucha atención a realizar un buen corte de las uñas, revisar de la piel, secarlos bien tras la ducha y observar si se ha producido algún tipo de lesión porque es la fase en la que comienzan a aparecer deformidades. En este caso, se deberá acudir al podólogo al menor signo que se detecte.

La tercera etapa se da a partir de los 50 años que es cuando comienzan los procesos degenerativos. En este momento, realizar revisiones anuales y el mantenimiento adecuado serán esenciales para evitar patologías que podrían limitar la marcha de las personas, ya que si aparece dolor dejan de caminar y a edades avanzadas puede suponer un sedentarismo que afecte a la salud de la persona.

Claves para unos pies sanos

  1. Invertir en un buen calzado.
  2. Revisión y secado exhaustivos de los pies tras la ducha.
  3. Mantener un peso saludable. Es muy importante evitar el sobrepeso porque los pies sostienen todo nuestro cuerpo y el exceso repercute directamente en ellos afectando a las fascias y a los músculos, además de conllevar otros problemas como dificultad del retorno venoso.
  4. Realizar un corte de uñas correcto.
  5. Hidratar dos veces a la semana para que la piel esté nutrida.