Los trastornos del sueño y las dificultades para descansar han aumentado de forma considerable durante los dos meses que ha durado el confinamiento provocado por la Covid-19. En ello coinciden dos especialistas de la Unidad del Sueño de Quirónsalud en Murcia, como es el caso de la doctora Teresa Lluch; y Esteban de Vicente, del área de Torrevieja y Alicante.
La baja exposición a la luz solar durante esta estancia prolongada en casa, unido a una creciente ansiedad ante el miedo producido por la pandemia y sus inevitables consecuencias sociales, económicas o familiares, han provocado que trastornos del sueño como el insomnio y los despertares nocturnos hayan crecido de forma exponencial hasta que se inició el proceso de desescalada.
Los trastornos del ritmo circadiano han sido los más comunes para la sociedad durante esta etapa. La dificultad para dormir por la noche y levantarse temprano por la mañana se han visto favorecidos por la falta de exposición a la luz solar, así como alteraciones en el proceso homeostático y en el tiempo que necesitamos para quedarnos dormidos.
A su vez, la calidad del sueño empeora "al producirse despertares nocturnos, una fragmentación generada por la incertidumbre y el estado de alerta constante a causa de la pandemia", afirma el doctor De Vicente. "Esto dificulta nuestra desconexión para iniciar el sueño, nos acostamos y nos levantamos más tarde ya que nuestro sincronizador externo, que es la luz, está debilitado".
Por otro lado, la doctora Teresa Lluch considera vital mantener unos "factores de sincronización social que determinan nuestras rutinas sociolaborables: debemos dormir a unas horas y no a otras para funcionar correctamente". A su vez, la doctora Lluch reafirma la necesidad de estar relajados para evitar el trastorno del sueño.
El confinamiento y el consecuente trastorno del sueño no ha afectado a todas las personas por igual. "Hay personas que han sufrido ansiedad e incluso cuadros distímico/depresivos a causa de esta inestabilidad económica y laboral", confirma el doctor De Vicente, quien también incide en los problemas "de convivencia y de pareja, más aún si se convive con personas mayores o niños pequeños".
Para la doctora Teresa Lluch no se escapan otros condicionantes como el tipo de vivienda y el tamaño de la misma, aunque de nuevo ambos expertos vuelven a recalcar la distinta exposición a la luz solar, que puede agravar este trastorno del sueño de manera imporante: "Si la exposición a la luz solar ha sido escasa, nuestro cerebro no recibía una información adecuada de los ritmos solares, los cuales sincronizamos con nuestro hipotálamo a través de la melatonina, que adapta nuestro organismo a unos ciclos de 24 horas". Siendo más concretos, la doctora Lluch explica que "nuestro marcapasos interno puede tener una duración superior a las 24 horas del día, y ante la falta de luz solar, no se ajustaba a las horas en que se hacía de noche".
Por supuesto, inciden en otros factores como la ausencia de una rutina sociolaboral diaria; la utilización exhaustiva de dispositivos electrónicos; y factores homeostáticos, como la ausencia de ejercicio físico y el cansancio generado por una jornada laboral habitual.
La falta de descanso condiciona un acúmulo de toxinas en el cerebro que impide su normal funcionamiento, dificultando la claridad de ideas, alterando el estado de ánimo y aumentando nuestro estrés e irritabilidad. Según el doctor Esteban de Vicente, algunos pacientes confiesan incluso "haber perdido capacidad de atención y concentración viendo afectado el rendimiento laboral y académico.
Retrasar la intervención sobre los malos hábitos de sueño desencadena el desarrollo de pensamientos negativos, los cuales provocan que se cronifique el problema. Los expertos coinciden en la importancia de recuperar nuestra rutina, aunque no tengamos que acudir al centro de trabajo; hacer ejercicio aunque no nos apetezca; abrir las ventanas y ver el sol durante el día y 'oscurecer' la casa durante la noche.
Las consecuencias de sufrir insomnio crónico aumentan la predisposición, en un 40 por ciento, a sufrir enfermedades psiquiátricas como la distimia o la depresión, al igual que puede producir pérdidas de memoria, alteraciones del habla, pérdida de capacidad creativa y dificultad para aprender.
En las próximas semanas nos enfrentamos, según la doctora Lluch, a cambios bruscos: "Se producirá un reinicio de la actividad laboral en condiciones distintas a las que dejamos; a la exposición al ambiente exterior, con el estrés asociado a tomar las debidas precauciones y no cometer errores... Hasta para los expertos en sueño es difícil no encontrarnos algo más alterados con la posibilidad de fragmentar nuestro sueño", afirma. Para la experta es vital mantener nuestra rutina, aunque ello conlleve pasar una mala noche de insomnio o 'duermevela': "Un buen café y ya dormiremos mejor la segunda noche", expone.
"Evitemos las siestas prolongadas que nos quitan presión de sueño y concentrémonos en el hecho de dormir en las horas próximas a meternos en la cama. Siguiendo estas sencillas normas básicas no cronificaremos un problema de sueño que puede ser tan solo temporal", asegura.
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