La dependencia de la persona amada, el deseo constante de permanecer a su lado, de agradarle, de compartir cada momento y hacerlo todo juntos puede esconder, por extraño que parezca, una patología mental complicada de diagnosticar y que a menudo se oculta detrás de trastornos depresivos o adicciones.

Lo conoce bien el médico José Luis Rabadán, miembro de la comisión permanente de la Red de Atención a las Adicciones (Unad), que trata a pacientes con dependencia emocional o adicción a otra persona, un trastorno mucho más frecuente de lo que se cree.

"La dependencia emocional es una adicción a otra persona y tiene rasgos comunes con las adicciones tradicionales", explica a Efe este experto, que asegura que es un trastorno de salud mental importante que invalida, incapacita y hace sufrir a la persona afectada.

Rabadán, especialista en adicciones, define esta patología como "un patrón de necesidades emocionales no satisfechas que el afectado intenta cubrir con otras personas de forma desadaptativa, excesiva y mantenida en el tiempo".

Hay rasgos comunes en las personas que padecen este trastorno: tienen la autoestima muy baja y un mal concepto de sí mismos. Renuncian a su propia vida, sus valores, sus aficiones, sus amigos y adoptan los de la pareja, de manera que cuando la pierden, el sentimiento de soledad y abandono es tremendo.

Así le ha ocurrido en innumerables ocasiones a Jaime (nombre ficticio), que a sus 48 años ha puesto nombre a los sentimientos que desde adolescente le han acompañado provocándole depresiones e, incluso, un intento de suicidio.

En conversación con Efe, Jaime explica que en todas las relaciones sentimentales que ha tenido le ha pasado lo mismo. "Yo no podía hacer absolutamente nada sin ella, quería estar todo el rato a su lado y a las dos semanas de empezar la relación ya vivíamos juntos".

Jaime, que lleva un año en tratamiento, recuerda cómo cada vez que empezaba una relación dejaba a un lado a sus amigos, su familia y también sus aficiones, y cuando el noviazgo finalizaba "te das cuenta de que estás solo, de que en tu casa no hay nadie y se te cae el mundo encima porque no sabes hacer nada sin esa persona".

Para sobrellevar estos momento, Jaime empezó a consumir alcohol y drogas. "En el momento en el que te encuentras mal, si consumes, te tiras cuatro días pensando en los pajaritos y no le das vueltas a la cabeza, pero también tiene sus riesgos porque pierdes el control de ti mismo y llegan los intentos de suicidio".

Drogas y alcohol son algunas de las adicciones que esconden este trastorno y dificultan su diagnóstico.

"El consumo de drogas es una síntoma de que algo no funciona bien y si nos quedamos solo con el síntoma, en este caso el consumo de sustancias, no solucionamos nada. Tenemos que analizar la vida del paciente para ver qué le ha llevado a consumir", explica Rabadán.

Los trastornos de ansiedad y la depresión también son frecuentes en quienes padecen esta dependencia emocional porque, a diferencia de lo que siente una persona cuando está enamorada, que libera endorfinas, dopamina y serotonina, para ellos el amor se transforma en sufrimiento.

Ahora, con las nuevas tecnologías, estos sentimientos se agudizan. "Las personas que tienen dependencia emocional se convierten en muy controladoras" y cuando envían un WhatsApp a su pareja y ven que salen las rayitas azules y que no contesta, eso les produce una ansiedad tremenda".

Tratar su autoestima y esa "necesidad de validación constante" por parte de la persona amada a la que tienen idealizada forma parte de la terapia, un proceso largo pero que da sus frutos, según asegura Rabadán.

"Yo llevo 19 años con tratamiento psiquiátrico a base de medicamentos, pero desde que estoy en esta terapia la diferencia es muy grande. Me he dado cuenta de que puedo ser feliz sin necesidad de estar con otra persona, que una pareja debe ser un complemento de tu vida, pero que puedes seguir haciendo lo que te gustaba, quedar con tus amigos...", relata Jaime.

Como él, son muchas las personas que viven con este trastorno "tanto hombres como mujeres y de todas las edades", asegura Rabadán que insiste en la importancia de detectar y abordar el problema porque muchas veces los afectados "llegan incluso a olvidarse de sí mismos".