«El paciente está, a menudo, perdido entre tanta infoxicación que puede encontrar en Internet y las redes y no sabe qué es fiable», explica el doctor Sergio Vañó, presidente de la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES). La gran mayoría de los profesionales sanitarios (90%) piensa que los pacientes suelen buscar en Internet sobre su patología o sus síntomas antes de acudir a la consulta y que la información que se puede encontrar en la red no es fiable (76%).

«Esa situación provoca que muchos pacientes se dejen llevar por la desinformación y desconfíen de lo que les cuenta el profesional sanitario», advierte el doctor Vañó, «lo que puede ocasionar el abandono del tratamiento y tener graves consecuencias en su salud».

Siete de cada diez encuestados confiesa no recomendar webs o aplicaciones a los pacientes, un porcentaje que ha subido con respecto al año anterior. «Muchos profesionales sanitarios orientamos a los pacientes a páginas webs y apps pero lo hacemos a título particular, no contamos con un listado de sitios fiables de la Administración», destaca Vañó. El 96% cree que instituciones públicas deberían tomar medidas para vigilar los bulos.

Las consultas por tratamientos no contrastados han crecido, según 6 de cada 10 encuestados. Las pseudoterapias siguen siendo el principal motivo de bulos de salud, seguido de la alimentación (que ha experimentado un aumento), el cáncer, los efectos secundarios de los medicamentos y la supuesta toxicidad de compuestos (que también ha crecido). «Este año hemos tenido muchas alertas alimentarias que han ocasionado un aumento de los bulos, lo que se refleja también en consulta», explica Carlos Mateos, coordinador de #SaludsinBulos, responsable del estudio.

WhatsApp, fuente de bulos

Internet y las redes sociales son los principales canales de difusión de fake news, según los profesionales sanitarios, seguido del WhatsApp, que ha experimentado un incremento notable como medio de propagación de bulos. El 43% de los profesionales sanitarios lo señalan, frente al 30% que lo hacían en 2018.

«Cuando una información nos llega por Whatsapp proviene de una fuente de confianza que no tiene ningún motivo para engañarnos, pero que puede que haya sido engañada. Por tanto, tendemos a creer esa información, con el peligro añadido de que no se puede saber quién comparte y no poder intervenir», explica Carlos Mateos.

Comunicación clínica eficaz

Cuatro de cada diez profesionales sanitarios encuestados en este estudio reconoce no estar formado en habilidades de comunicación. Para la doctora Mª José Cuadrado, reumatóloga de la Clínica Universidad de Navarra, «en la consulta es necesario trabajar en una comunicación cercana, comprensible por el paciente, en la que se transmita la evidencia científica de manera sencilla y se escuchen y atiendan sus necesidades de información».