El golpe de calor es una emergencia médica caracterizada por un incremento de la temperatura corporal central por encima de los 40 grados centígrados y por alteraciones del sistema nervioso central como consecuencia de un fallo agudo del sistema termorregulador.

Según el doctor Francisco J. Fonseca del Pozo, coordinador del Grupo de Trabajo de Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), el golpe de calor se puede producir por exposición a ambientes calurosos, sería la forma clásica, o tras realizar un ejercicio físico extenuante, se trataría entonces de un golpe de calor por ejercicio.

Los síntomas más comunes del golpe de calor son una alteración del nivel de conciencia, en la que el rasgo más característico es una reacción al dolor (estupor profundo) y otros síntomas neurológicos más leves como alteraciones del comportamiento, confusión o delirio; fiebre muy alta (por encima de 39,5-40 grados centígrados) en ausencia de otras causas y ausencia de sudoración (anhidrosis) con piel seca y caliente, salvo en los casos de golpe de calor por ejercicio en los que hay mucha sudoración inicial.

Aproximadamente el 25% de los pacientes sufren hipotensión y todos presentan taquicardia e hiperventilación (aumento de la frecuencia respiratoria). La sangre se puede volver más viscosa o espesa, lo que facilita la trombosis. En el golpe de calor por ejercicio pueden presentarse además síntomas que incluyen el daño muscular debido al incremento local del calor (liberación de mioglobina que puede provocar insuficiencia renal) y alteraciones endocrinas de hiper o hipoglucemia.

Aquellos que pueden estar bajo un mayor riesgo de sufrirlo son los mayores de 65 años, más si viven solos, los dependientes con alteraciones de la memoria o la movilidad, quienes sufren enfermedades crónicas o toman medicación como diuréticos, antihipertensivos o antidepresivos, personas que presenten fiebre o patologías agudas y quienes hayan manifestado dificultad de adaptación al calor.

Las situaciones que propician su ocurrencia son aquellas en las que la vivienda es difícil de refrigerar o no existen sistemas de refrigeración, las asociadas al trabajo para quienes tienen que pasar su jornada laboral al aire libre en condiciones de calor (militares o agricultores, entre otros) y quienes realizan ejercicio físico intenso.

¿Cómo actuar ante un golpe de calor?

Las complicaciones asociadas al golpe de calor son coma, shock, insuficiencia respiratoria, trombosis, insuficiencia renal o hipotensión, entre otras. Las cifras sobre la mortalidad asociadas a un golpe de calor son muy variables ya que oscilan entre el 8% y el 80%.

Se puede decir que son factores de mal pronóstico una temperatura rectal superior a 42 grados centígrados, un tiempo de bajada de la temperatura superior a 1 hora, una edad superior a 50 años o la afectación neurológica grave como coma o convulsiones.

Lo primero es, si sucede cuando la persona se encuentran en la calle, retirar del suelo a la persona, colocarla a la sombra y desvestirla. No hay que usar antitérmicos, sobre todo los antiinflamatorios como el ibuprofeno, y hay que trasladar a la persona al hospital.

El tratamiento se basa en bajar la temperatura corporal mediante la aplicación de compresas frías (preferentemente con hielo) de manera continuada, con incidencia en cuello, axilas e ingles. Es muy importante usar ventiladores colocados directamente sobre el paciente. Las medidas deben suspenderse cuando la temperatura baja de 38,8 grados centígrados.