­­esgraciadamente, la idea de que «las vacunas son sólo cosa de niños» está muy extendida en España, y constituye uno de los terrenos que hay que trabajar en las políticas vacunales», explica el doctor Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunación (AEV). Los expertos abogan por informar a la sociedad para cambiar el patrón de conducta y alcanzar las tasas de vacunación del 95%, recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ciertas enfermedades.

Del mismo modo que no hay patologías exclusivas de niños, las vacunas no son sólo útiles en la edad pediátrica. «Los adultos podemos recibir cierto número de vacunas por varios motivos: porque hay enfermedades prevenibles mediante vacuna que tienen una mayor presencia en la población adulta, porque es posible que necesitemos dosis de recuerdo de algunas vacunas que recibimos en la infancia, por padecer alguna patología de base que indique alguna vacunación concreta, por viajar a países determinados o debido a alguna actividad laboral que pueda ponernos en riesgo de padecer ciertas enfermedades», detalla el doctor García.

Por su parte, la doctora Esther Redondo, coordinadora nacional del Grupo de Trabajo de Actividades Preventivas de Semergen, ahonda en la idea de que «para ayudar a concienciar a la población, y también a los profesionales sanitarios, sería fundamental trabajar en una actualización del calendario vacunal del adulto, que defina perfiles de pacientes para los que se priorizase un programa sistemático de vacunaciones».

En este contexto, los expertos identifican la enfermedad neumocócica y la gripe como las principales patologías prevenibles mediante vacunación en el paciente mayor y crónico, «especialmente por la importante carga de morbilidad y mortalidad que suponen estas dos enfermedades para la población adulta», explica la doctora Redondo. El doctor García completa la lista con las vacunas de la varicela, sarampión, rubeola y parotiditis en adultos susceptibles, difteria, tétanos; además de la tos ferina en mujeres embarazadas y la del virus del papiloma humano, en un determinado perfil de mujeres.

«Como adultos debemos concienciarnos de la importancia de asumir un papel activo y responsable en el autocuidado de nuestra salud, y de incorporar las vacunas a las medidas de vida saludable, como la práctica de ejercicio físico o la alimentación sana y equilibrada», indica la doctora Redondo.

«Las vacunas, junto a la potabilización del agua, han sido las dos grandes medidas que han permitido un cambio radical en la morbilidad y mortalidad de los países desarrollados», detalla el doctor Amós. Además, «la vacunación no solo es una intervención eficaz para reducir la carga de enfermedad y la mortalidad, sino que es eficiente en términos de sostenibilidad de los sistemas sanitarios y de ayuda para el desarrollo económico de cualquier país», avanza la doctora Redondo.

Impacto de la enfermedad neumocócica

En este sentido, la enfermedad neumocócica constituye una causa importante de morbilidad y mortalidad, lo que da lugar a una elevada carga, en términos de salud y económicos, tanto para el paciente como para la sociedad, especialmente al considerar que cualquier episodio puede desembocar en una hospitalización prolongada. Así, se estima que al año se producen en España más de 114.000 casos de Neumonía en mayores de 18 años, «de los cuales, el 41,5% necesitó hospitalización», apunta la doctora Redondo. De éstas, 47.500 hospitalizaciones, el 34% fueron provocadas por el neumococo (algo más de 16.000), por lo que «generalizar la vacunación antineumocócica en los adultos y, especialmente en aquellos con patología de base, puede resultar una estrategia clave para prevenir esta enfermedad», concluye.

Los fármacos más seguros

Pese a los grandes beneficios de las estrategias preventivas mediante vacunación, los especialistas reconocen que, todavía hoy, algunas corrientes antivacunas generan desconcierto entre la población sembrando la duda sobre la seguridad de estos fármacos. «Uno de los objetivos de la OMS es concienciar del peligro que representa no percibir el riesgo de enfermedad debido al éxito de algunos programas de vacunación en la reducción de las enfermedades inmunoprevenibles. Esto conlleva que algunos grupos de población decidan no vacunarse», puntualiza Redondo.

«Sin embargo, las vacunas son de los fármacos más seguros que existen en el mercado. Los ensayos clínicos efectuados con vacunas se realizan sobre muestras mucho más amplias de las que se emplean para otros medicamentos, mientras los seguimientos y controles de seguridad son tremendamente exhaustivos», señala Amós.