­El estrés es una reacción normal y sana del cuerpo que ayuda a afrontar los pequeños cambios cotidianos y las situaciones excepcionales o difíciles de la vida. El estrés se convierte en problema cuando se mantiene mucho tiempo y llega a perjudicar a la persona. Aunque el estrés puede afectar a las personas de cualquier edad, es en la edad madura cuando los efectos se manifiestan con más fuerza, ya que éste es el período de la etapa adulta que se caracteriza por muchos cambios significativos en la vida que causan un aumento del estrés.

Las situaciones más estresantes suelen ser los acontecimientos vitales tanto positivos como negativos que conllevan adaptaciones y cambios para afrontarlos de forma eficaz. En la etapa adulta las situaciones vitales generadoras de estrés más frecuentes son: el inicio de vida en pareja, la maternidad, la paternidad, el divorcio o la separación de la pareja, una enfermedad o un accidente, enfermedad de allegados, el fallecimiento de la pareja, el fallecimiento de familiares, el despido laboral, la jubilación, emigrar, cuidar de otros, etc.

Otros factores que causan estrés en esta etapa son el tipo de trabajo y clima laboral, la doble jornada frecuente en las mujeres, las relaciones personales insatisfactorias, el clima familiar, etc. A veces, la fuente de estrés puede estar dentro de uno mismo, en la forma de pensar, en la manera de ver y afrontar las situaciones, tener excesiva preocupación, exigirse demasiado, pretender solucionar los problemas de los demás, apreciarse y cuidarse poco, no disfrutar de lo positivo, no descargar la tensión física, no expresar las emociones o sentimientos, etcétera.

Las enfermeras, como agentes de salud, tienen la cualificación para marcar al paciente una series de estrategias para afrontar las situaciones de estrés. Es importante conocer la reacción de uno mismo ante un nivel de estrés determinado para poder afrontarlo de forma rápida. Existen múltiples formas de afrontar las situaciones de estrés y seguramente no hay un recurso o una estrategia que sea útil para hacer frente a todos los sucesos estresantes. Cada persona reacciona y afronta el estrés de manera diferente, el afrontamiento es un proceso cambiante y no existe un tipo de afrontamiento universalmente bueno o malo, sino que su efectividad depende de varios factores: la persona, la situación y la relación entre ambas (Fornés, 2008). Sin embargo, existen algunos consejos que nos pueden ayudar a combatir el estrés y a vivir de una forma saludable.

1. No fumar

No fumar aporta muchos beneficios, especialmente en la disminución de enfermedades respiratorias crónicas y el cáncer de pulmón.

2. Evitar demasiado alcohol

Se considera consumo de riesgo o perjudicial para la salud una ingesta media habitual superior a 20-24 g/d, en la mujer, y de más de 40 g/d, en el hombre.

3. Alimentación saludable

Seguir una alimentación saludable es la forma recomendable de comer, que se identifica con una dieta sana y que aporta al estilo de vida saludable los conceptos de variedad, equilibrio y adecuación.

4. Actividad física

Realizar una actividad física saludable quiere decir realizar el tipo y la cantidad de actividad física considerada beneficiosa para la salud de cada persona.

5. Peso adecuado

La alimentación saludable y la actividad física recomendada facilitan el mantenimiento del peso adecuado.

6. Protegerse del sol

La protección del sol con ropa y productos específicos, así como evitar la exposición solar excesiva, ayudan a prevenir el cáncer de piel.

7. Exposiciones ambientales

Protegerse de sustancias cancerígenas, incluidas las exposiciones pasivas al humo, radiaciones ultravioletas, gases y otros.

8. Sexo seguro

Utilizar métodos de barrera en las relaciones sexuales para evitar la transmisión de enfermedades sexuales como el herpes genital o infecciones por el virus de la hepatitis o del VIH.

9. Cuidado con el cáncer

Los programas de screening o cribado tienen como objetivo prevenir el desarrollo de muchos cánceres o aumentar la probabilidad de curación de los mismos al detectarlos precozmente.

10. Hay que vacunarse

A nivel mundial, para la población adulta de 19 a 64 años, se recomiendan las siguientes vacunas: tétanos, difteria, tos ferina, virus del papiloma humano, sarampión, parotiditis, rubeola, varicela, gripe, antineumocócica, hepatitis A y B, antimeningocócica y herpes zóster.

11. Dentadura, vista y oído

Para prevenir y detectar problemas de dentición, pérdida de agudeza visual y auditiva, especialmente en personas mayores de 50 años.

12. Capacidades mentales

Mantenerse activo intelectualmente ayudará a prevenir los efectos que por falta de uso se producen en las capacidades intelectuales en las personas en la etapa adulta. La lectura y tareas educativas son las actividades más indicadas para ejercitar la mente.

13. Pensamientos positivos

Pensar en positivo sobre uno mismo como persona ayuda a fomentar la autoestima e influye favorablemente sobre la salud mental.

14. Habilidades sociales

Mantener y adquirir unas habilidades sociales adecuadas mejora las relaciones humanas con los demás.

15. Cuidado de los pies

Es aconsejable que la persona adulta siga una serie de recomendaciones que la beneficiarán en el cuidado de los pies. Hay que mantener un peso adecuado, teniendo en cuenta el sexo, la edad y la constitución física, para evitar la sobrecarga de las articulaciones de las extremidades inferiores, sobre todo las rodillas y tobillos.