Es casi imposible encontrar a alguien que no esconda una pequeña fobia, pero cuando se resiente la calidad de vida es hora de acudir al especialista. Los miedos más comunes se aprenden pero también pueden superarse.

Según explica a Infosalus Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la fobia es un miedo irracional, desproporcionado que no se corresponde con la situación por la que atraviesa la persona y que da lugar a una patología, convirtiéndose así en un miedo patológico.

Gutiérrez señala que no todas las fobias necesitan tratamiento ya que la persona que las padece en raras o escasas ocasiones se encontrará con el objeto de su miedo. Sin embargo, cuando la fobia supone una restricción de las actividades diarias por evitación de la situación de miedo, los individuos pierden autonomía y se hacen más dependientes de los demás, lo que perjudica en gran medida su calidad de vida.

El experto señala que las fobias más comunes son las sociales, el miedo a las alturas, la agorafobia y las fobias a los animales. Dentro de ellas, sin embargo, existe una gran variedad que Gutiérrez nos expone distinguiendo entre las fobias sociales y las fobias simples más habituales:

- Fobias sociales: el miedo a afrontar situaciones sociales va desde el miedo a hablar en público (glosofobia), a comer o beber delante de los demás, a conocer a gente o a enrojecer frente a los otros (ereutofobia).

- Elementos naturales: son fobias como el miedo al agua (hidrofobia), fenómenos atmosféricos como las tormentas (brontofobia) o incluso a los precipicios (cremnofobia).

- Objetos punzantes y cortantes: se denomina belonefobia y consiste en el miedo a tijeras, agujas o cuchillos. En las personas que padecen estas fobias suele aparecer un cuadro caracterizado por el miedo a perder el control de la situación y herir a alguien con estos elementos, es lo que se conoce como fobia de impulsión.

- Animales: en la mayoría de los casos la fobia se refiere a animales pequeños como arañas (aracnofobia) o ratones (musofobia) pero también es muy común la fobia a las serpientes (ofidiofobia).

- Medicina: el olor de los hospitales (nosocomefobia), la sangre (homofobia), las jeringuillas, todo lo que tiene que ver con el sistema sanitario esconde también un gran número de fobias.

- Espacios abiertos o cerrados: agorafobia y claustrofobia son dos de los miedos irracionales más comunes, el primero de ellos no sólo se refiere a grandes espacios, sino a toda aquella situación que impida salir o recibir ayuda dentro del espacio en el que se encuentra la persona y la imposibilidad de acudir a un lugar seguro. Una reacción común en los agorafóbicos es no salir de su domicilio porque es donde mayor seguridad creen tener.

- Alturas: el miedo a subir a rascacielos, al avión o a cualquier localización de altura, denominado acrofobia, es uno de los más extendidos.

Las fobias conllevan síntomas psicofisiológicos como ansiedad, estados de angustia y malestar súbito con sudores, palpitaciones, hormigueos, cansancio o dolores musculares entre otros. En los casos en los que la calidad de vida de la persona se encuentra claramente afectada, Gutiérrez señala la necesidad de un tratamiento que combine una terapia cognitivo-conductual de afrontamiento paulatino a la situación que produce la fobia, emplear métodos de relajación y en determinados casos el uso de fármacos como soporte para controlar la ansiedad.