Personas que viven en la calle pidiendo con perros

Cuando te encuentras a alguien pidiendo con un animal en la calle, se te suelen cruzar dos pensamientos aparentemente contrarios por tu cabeza.

El primero es que, quizás, tenga a ese animal porque esa persona vive en la calle y ese perro sea su única familia. En esos casos, inmediatamente nace en ti la necesidad de ayudarle para aliviar las necesidades que pueda estar pasando. En realidad, hasta hace poco ese razonamiento prevalecía a cualquier otro en la mayoría de personas que veían una escena de ese tipo.

Sin embargo, inevitablemente existe otra forma de ver esa misma realidad que, además, con el tiempo se ha ido imponiendo. Actualmente, lo que más se piensa en general es que, probablemente, es verdad que esa persona viva en la calle y que pida por necesidad, pero que eso no justifica que lo haga junto a su perro y, menos aún, como a veces se produce, que utilice a este con el ánimo de dar pena y conseguir una mayor ayuda. Este tipo de utilización no es nada nuevo. Si se acuerdan, antes se hacía con niños e, incluso, promovido por auténticas mafias que llegaban a alquilar bebés humanos para ello. Afortunadamente, normativas severas han ido impidiendo esa explotación humana.

Hoy en día, muchas ordenanzas municipales y todas las nuevas leyes de protección animal prohiben que se pueda pedir dinero en la calle con un animal. Además, el cumplimiento de las distintas normativas higiénico-sanitarias que han de cumplir los dueños con respecto a sus animales es prácticamente incompatible con la tenencia de un perro viviendo en la calle.

En mi opinión, cuando se producen en una ciudad situaciones de este tipo y alguien está pidiendo con su animal, es importante que intervengan no solo las autoridades sanitarias, sino también las de servicios sociales. Realizar una valoración completa que incluya a la persona y al animal en esos casos es esencial. De esa forma, evitaremos errores y podremos ser lo más justos posibles a la hora de evaluar cada caso.