La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Si ellos hablaran

Resucitando animales muertos

El tráfico ilegal de animales disecados tiene la virtud de aunar delito y mal gusto. El reciente descubrimiento de más de 1.500 ejemplares en un almacén de Valencia ha dejado asombrada a media España

Hace poco, dentro de un proyecto de investigación, me invitaron a visitar el museo de ciencias naturales de Madrid. A la entrada del mismo, lo primero que llama la atención es un enorme elefante naturalizado. Del mismo, impresiona todo. Por un lado, su descomunal tamaño y la perfección con la que hace 100 años, a base de fotografías, el taxidermista Luis Benedito, que no había visto un elefante en su vida, le dio forma. Y, por otro, su impresionante historia. Cazado en Sudán en 1913 por el duque de Alba, debió ser complicadísimo trasladar su piel hasta España, dado que medía más de 37 metros cuadrados y alcanzaba los 600 kilos de peso. Una vez en Madrid, estuvo olvidada en un sótano durante 10 años hasta que finalmente alguien decidió trasladarla al Jardín Botánico, donde se construyó un armazón de madera que fue revestida con ella. 77.000 alfileres y muchos kilos de cola hicieron falta para ello. Posteriormente, y dado que no había otra forma de trasladarlo, fue arrastrado durante varios kilómetros hasta su destino actual, pasando incluso por pleno paseo de la Castellana.

La verdad es que hoy en día no sé qué pensaría ese elefante si pudiera ver todos los animales que acaban de ser intervenidos y que conformaban la colección privada de un conocido empresario, valorada en varios millones de euros.

En cualquier caso, y dado que ya que no es posible devolverle la vida a ninguno de ellos, merecería la pena depositarlos en un lugar digno. Podría ser un espacio que, de la misma forma que existen museos que nos muestran lo mejor del ser humano y sus expresiones de arte más sublimes, en este caso mostrara su lado más oscuro. Un lugar en el que los estudiantes podrían aprender de sus formas y características y, todos, en general, desde el respeto, recordaríamos que el tráfico ilegal de especies es una de las peores amenazas del planeta.

De esta manera, de un mal construiríamos un bien, y no acabarían, como siempre, cubriéndose de polvo en lo más recóndito de un almacén aduanero.

Compartir el artículo

stats