La necesidad de crear grupos encargados de intervenir a la hora de rescatar un animal es cada vez más esencial. No se trata solo de personas o servicios que puedan recoger a un perro abandonado o perdido o a un gato desvalido, que, en parte también, porque muchos son los municipios que siguen fallando en los servicios de los que dispone al respecto.

De forma general, cualquier provincia de España debería contar siempre con un equipo de personas preparadas y dotadas de medios que, ante la presencia de un animal que por su carácter, por la especie a la que pertenece o por el lugar en el que aparece, necesite ser rescatado rápidamente. Son muchos, por ejemplo, los perros huidizos o agresivos que acaban recibiendo un tiro ante la imposibilidad de poder retirarlo y el riesgo de peligro que de su presencia, a veces en una autovía o en una autopista, se deriva. También se cuentan por decenas los gatos que suben hasta lugares inaccesibles, los animales salvajes exóticos o de granja que, de pronto, aparecen en los lugares más insospechados de cualquier ciudad, o los animales marinos, principalmente, tortugas y delfines, que también requieren ser rescatados.

Para rescatarlos se necesitan no solo protocolos de actuación para el salvamento de los mismos, también medios adecuados para ello. Además, los municipios deben tener también instalaciones adecuadas para acogerlos como merecen. No debe volver a ocurrir lo que está sucediendo con los animales procedentes de Ucrania que vienen con las familias de los refugiados. Deben existir centros específicos de cuarentena que puedan ser activados ante cualquier necesidad.

En ese sentido, la ley debe acompañar y, si es necesario, obligar a la creación de este tipo de servicios y centros, para que cualquier animal que necesite ayuda, la tenga. No es algo accesorio, sino obligatorio. La conciencia de los ciudadanos y los avances sociales así lo exigen.