La historia se repite una y otra vez. Alguien compra legalmente un animal con todos los permisos, pero solo uno. Luego sigue adquiriendo otros muchos de la misma especie a mitad de precio en el mercado negro. ¿Por qué lo hace? Muy fácil, si alguna vez la policía le intercepta en la calle con algún animal y, por una de esas, le pide la documentación y le da un plazo para entregarla, solo tendrá que aportar posteriormente los papeles del primero para justificar la supuesta legalidad de aquel animal con el que le detienen. Evidentemente, todo esto pasa por la constante falta de identificación con chip de muchos animales salvajes.

Claro que, otra pregunta que cabe hacerse, es por qué los sacan a la calle. No, no se equivoquen, no lo hacen para que les dé el aire o tengan un mayor bienestar de vida. Lo hacen única y exclusivamente para ofrecer a turistas y visitantes la posibilidad de hacerse una foto con el mismo a cambio de dinero.

Sin embargo, y siendo muy triste todo lo anterior, lo peor es la explotación que sufren esos animales. Los mantienen viviendo en el interior de pisos oscuros de los que solo salen para ser expuestos al resplandor de miles de flashes cada día. Por eso, la mayoría acaban muriendo jóvenes y con la vista destrozada.

Pero, qué quieren que les diga, en realidad, pocos negocios son más fáciles de parar que este. Lo he repetido mil veces, sin demanda no hay maltrato. En este caso, es tan sencillo como negarse a fotografiarse junto a ellos y, si por una de esas alguien le para por la calle y le ofrece la oportunidad de hacerlo, no lo dude, de aviso a la policía más cercana. La vida de ese animal está en juego y, probablemente, la de una docena más que aguarda su turno de modelo de mercadillo en una vivienda próxima en el interior de una pequeña jaula.