En 1807, William Wilberforce creo en el Reino Unido la asociación más importante del mundo en protección animal. Se la conoce como la Asociación Contra la Crueldad Animal. Sin embargo, no solo hizo eso. También fue el máximo impulsor en aquel país contra la esclavitud humana y consiguió que la figura del esclavo se extinguiera para siempre.

En realidad, William odiaba toda forma de sometimiento a cualquier ser vivo, ya fuera humano o animal. Por eso, entre otros logros, en el ámbito animal consiguió que el parlamento británico prohibiera las peleas entre perros y toros, un espectáculo muy habitual entre la sociedad inglesa de aquella época. También mejoró el bienestar animal y consiguió que los traslados de animales al matadero para consumo humano fueran más dignos, consiguiendo regular actividades tan cotidianas por aquel entonces como el uso de caballos, mulas y burros para el tiro y carga de carros y pasajeros.

No estuvo solo en toda esta labor. Le acompañaron políticos de primer orden en la Inglaterra de principios del siglo XIX, como el parlamentario Richard Martin. De hecho, la labor de este fue tan importante en el proceso de defenderlas y sacarlas adelante que todas las leyes británicas relacionadas con los animales son aún hoy en día conocidas como Leyes Martin.

Todas esas normativas fueron absolutamente pioneras y se extendieron con más o menos fortuna por otros países. Estados Unidos, por ejemplo, las acogió y las fue incorporando a su legislación. En España, evidentemente, no se hizo, y aún hoy en día, más de 200 años más tarde y pese a haberse avanzado en los últimos años, siguen existiendo infinitas lagunas legislativas en la mayoría de aspectos relacionados con los animales.

En cualquier caso, tanto William como Martin demostraron algo más y es que, cuando alguien dice aquello tan clásico de que el que protege a los animales siempre se olvida de las personas, simplemente y llanamente falta a la verdad.