El ministro de Consumo ha dicho una verdad como un templo. Afirmar que la súper producción ganadera daña a la conservación del planeta es una realidad ajena a cualquier ideología. Sin embargo, se equivocó en simplificarlo y hacerlo como lo hizo.

En España sobran dogmas políticos y faltan criterios científicos. Cuando el ministro Garzón, por su cuenta y riesgo, realizó un vídeo pidiendo menos consumo de carne para proteger el medio ambiente no dijo ningún disparate, al contrario, pero, al hacerlo como lo hizo, politizó algo que es un valor común y, como siempre pasa cuando eso ocurre, consiguió el efecto contrario al que pretendía, suponiendo que realmente pretendiera algo más allá que auto promocionarse. El presidente Sánchez tampoco estuvo muy fino cuando lo ridiculizó con su famoso chuletón al punto.

Existen bienes que han de conservarse lejos de la política. La sanidad y la educación, igual que la protección de los animales o la conservación del planeta, son algunos de ellos.

Seamos lógicos, de la misma forma que no hay tratamientos para las enfermedades de derechas o de izquierdas, tampoco debería haber medidas ideológicas para el calentamiento global o el efecto invernadero. La ganadería industrial dispara las emisiones de gases contaminantes, degrada el suelo siendo responsable del 80% de la deforestación mundial y mengua los recursos hídricos. Contamina más que el transporte. No es una opinión, son datos recogidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).

Sin embargo, también es cierto que la ganadería extensiva -al margen de su importancia económica, de los puestos de trabajo que genera y de que es esencial para que no se vacíen las zonas rurales- contribuye a luchar contra el cambio climático, limpia de arbustos el monte previniendo incendios y ayuda a conservar los distintos ecosistemas. Por lo tanto, ni toda la ganadería es igual, ni todo es blanco o negro.

España es el segundo país de Europa que más carne consume, lo que nos da margen para encontrar un equilibrio imprescindible entre la conservación del medio ambiente y la ganadería.

Por eso, señores políticos, cuando se trate de temas tan complejos dejen de meterse a youtuber, coordínense, lleguen a acuerdos, realicen campañas de concienciación adecuadas y, sobre todo y, por favor, no hagan más el ridículo. Aunque no se den cuenta, nos va la vida en ello.