Noticia: España, 2021. El Juzgado de Primera Instancia número 3 de Lugo saca a subasta un perro llamado Boss. El precio de la puja parte de 1.715 euros. Según los expertos es todo una ganga. Por su raza, se trata de un Boston Terrier, su valor en el mercado podría superar los 3.000 euros. Pregunta: ¿piensan que se trata de una ‘fake new’?

La subasta apareció recientemente publicada en el portal del Ministerio de Presidencia y, tras ella, ya han aparecido otras. El problema, en este caso, surgió a raíz de la separación de una pareja. Los cónyuges no se pusieron de acuerdo sobre quién debía quedarse el perro.

A partir de ahí entró la ley y ¿qué dice la ley? Pues que en España, según el Código Civil, los animales son bienes muebles. Por lo tanto, si existe un litigio entre dos partes con respecto a alguno, ya sean oveja, perro o gato, se resuelve fijando un valor para el mismo.

Ni que decir tiene que para haber llegado a este punto, todos nuestros gobernantes han tenido que obviar a lo largo de los años su compromiso en el cumplimiento del Tratado Constitutivo de la Unión Europea, que ya en 1997 consideraba a los mismos como ‘seres sensibles’.

Lo normal es que, si un país se compromete a cumplir algo así, sus gobernantes se pongan a trabajar y adecuen su legislación al compromiso adquirido. Sin embargo, aquí nada de eso hicieron, durante 20 años al menos.

Fue en el 2017 cuando, por fin, en España se aprobó por unanimidad que los animales no eran cosas pero ¿qué ocurrió entonces? Pues que se disolvieron las Cortes sin acabar la tramitación de la ley. Vaya por Dios. Otro retraso más.

Ahora, por fin, han comenzado los trámites para reformar el Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil. La idea es que los animales pasen a ser seres vivos dotados de sensibilidad, en definitiva, seres sintientes.

Eso significará, entre otras cosas, que tendrán derecho a recibir cuidados sanitarios adecuados, que serán objeto de protección, que tendrán una vida digna y que, por supuesto, nunca más podrán ser subastados en nuestro país, entre otras cosas, porque el amor no tiene precio y porque no existe dinero suficiente en el mundo para comprar su cariño, su amistad y su fidelidad.