El inicio del año nos dejaba unas imágenes sobrecogedoras de la ciudad de Roma, llena de pájaros muertos en las calles, como consecuencia de los fuegos artificiales de Fin de Año.

Cada año son muchos los animales que mueren a consecuencia de los fuegos artificiales o petardos, por infartos, escapes, pérdidas, atropellos. No sólo los animales domésticos sufren las consecuencias del estruendo que provoca la pirotecnia, sino también los animales silvestres, como las aves.

La causa principal de la muerte de estos animales es el infarto como consecuencia del ruido que provocan las detonaciones.

No debemos olvidar que una parte de la población también sufre las consecuencias como niños y niñas, ancianos y personas con determinadas dolencias, que se ven afectadas en mayor medida por el estruendo que provocan los fuegos artificiales. Sufren pánico, estrés o empeoramiento de sus enfermedades y/o dolencias.

En los últimos años algunas ciudades han dado un ejemplo de respeto y consideración por todos sus habitantes sustituyendo la pirotecnia por otras alternativas (como fuegos artificiales sin ruido), o limitándola a determinados horarios y zonas o incluso prohibiéndola por tener en consideración aquellos colectivos más vulnerables a la misma, así como a los animales.

Existiendo otras alternativas más éticas y más respetuosas con todos los seres vivos, como los fuegos artificiales sin ruido o los espectáculos de luces, por ejemplo, es responsabilidad de todos trabajar para que nuestras ciudades opten por ellas, fomentando el respeto y la integración de todos.