Los perros muestran siempre su fidelidad. Lo hacen cuando permanecen en las puertas de los hospitales esperando que sus dueños salgan del último lugar donde los vieron con vida. También, cuando se entregan en el rescate de personas o ejercen como perros policía. Sin duda, son «el mejor amigo del hombre».

La primera vez que se les atribuyó dicho calificativo fue el 23 de septiembre de 1870. Lo hizo George Graham Vest, un reputado abogado, durante un proceso celebrado por el asesinato de un perro. El motivo fue que su propietario, Charles Burden, vio a su vecino, Leónidas Hornsby, asesinar a su galgo, de nombre Old Drum.

Durante el juicio, el abogado realizó una emotiva exposición, gracias a la que Hornsby fue condenado a pagar una multa de 550 dólares por lo sucedido.

Graham dijo: «El mejor amigo de un hombre puede volverse en su contra y convertirse en su enemigo. Su propio hijo o hija, a quienes crio con atención y amor, pueden llegar a demostrarle ingratitud. Aquellos que están más cerca de nuestro corazón, a quienes confiamos nuestra felicidad y buen nombre, pueden convertirse en traidores. Incluso el dinero que alguien pueda tener, puede perderlo cuando más lo necesite.

El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que jamás va a traicionarlo o negarlo, es su perro.

Si la desgracia deja a su amo sin hogar ni amigos, el confiado perro sólo le pedirá el privilegio de acompañarlo para defenderlo contra todos sus enemigos. Y cuando le llegue a su dueño el último acto, y la muerte haga su aparición y su cuerpo sea enterrado en la fría tierra, no importa si todos sus amigos hayan partido ya. Allí, junto a la tumba, se quedará el noble animal, con su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alertas, siempre noble y sincero, más allá de la muerte».