na de las creencias más antiguas relacionadas con los animales es la de los cementerios de elefantes. Serían lugares sagrados donde acudirían a morir. Cuentan que muchos exploradores se han perdido para siempre buscándolos. Los nativos piensan que aquel que descubra alguno, jamás volverá con vida.

Existen dos tipos de elefantes, los asiáticos y africanos. Los segundos son más grandes pero, en la práctica, ninguno baja de las cinco toneladas de peso. Por eso, cuando hay que trasladarlos de un parque a otro, se usan contenedores de hierro de seis metros de largo, cuatro de ancho y más de siete toneladas de peso. Todo es poco para guardar a animales tan especiales. Los elefantes, además de la trompa y orejas, albergan en su cabeza un enorme cerebro con más de 257 mil millones de neuronas. Eso, junto al hombre, primates y cetáceos, les sitúa en lo más alto de la escala evolutiva.

Son, por tanto, inteligentes, generosos, altruistas y cooperativos. Manejan y fabrican herramientas, inventan juegos, señalan objetos y poseen un amplio y complejo lenguaje. Además, jamás olvidan al que les ayudó pero, tampoco, a aquel que les hizo daño.

Por otro lado, poseen un marcado sentido artístico. Eso les permite pintar lienzos con su trompa, reproduciendo paisajes o láminas. Algunos, incluso, se encuentran expuestos en reconocidos museos americanos. Cuentan, además, con un afinado oído que les ayuda a distinguir escalas, acordes y notas musicales.

Pero, sin duda, lo más sorprendente es su parte emocional. Lloran, sienten compasión, pena y, cuando fallece algún miembro del grupo, permanecen días a su lado en señal de duelo. Junto a los humanos, son los únicos animales que realizan ritos funerarios a sus muertos.

Por eso, nadie duda de la existencia de esos famosos cementerios de elefantes. De hecho, se sabe que, cuando son ancianos, ante las limitaciones propias de la edad, buscan lugares cercanos a los ríos donde sea fácil beber y comer, para vivir en ellos hasta que la muerte les visite.

En nuestro país, se han encontrado los restos de un cementerio de elefantes en Granada. Se trata de mamuts, una especie antepasada íntimamente ligada a éstos. No es el único. Estos días, durante las obras de ampliación de un aeropuerto en la ciudad de México, se ha encontrado otro con más de 60 mamuts.

Sin duda, el mundo esconde aún cosas increíbles por descubrir.