Puede parecer un acto de miramiento, pero es igual de cobarde. La última moda a la hora de abandonar un gato doméstico es dejarlo en algún lugar dentro de su transportín en las calles de Valencia. Pero no es para alabar «porque el problema es el mismo: que se le abandona». Y a un gato metido en su bolsa le puede pasar cualquier cosa: «que le den una patada, que le azuzen un perro... se muere igual y está igual de aterrado». Es una de las tendencias que ha detectado la protectora Modepran durante las últimas semanas: abandonar al felino junto con el contenedor que, en algún momento, les sirvió para desplazarse con unos dueños que empezaron queriéndole y acabaron desamparándolo.

Las historias se han repetido. «Lilo» y «Stich» fueron encontrados juntos, ambos metidos en un mismo cubículo, «Hércules» fue abandonado en una jaulita diminuta y se está muriendo de pena y a «Turco» lo dejaron incluso con arena y comida «pero en plena calle y en pleno agosto». Así narra la presidenta de Modepran, Amparo Requena, la nueva realidad «con la que no contábamos. Desde luego no es normal, pero al final, es deshacerse de todo: del animal y de todo lo que tenía. No nos satisface precisamente». Porque el abandono de esta manera «se hace en cualquier sitio: en un parque, en un contenedor... en lugares que sabes que puedes dejarlo sin que nadie lo note para que no te pillen cometiendo el desamparo y que, en todo caso, alguien puede percatarse de la presencia del animal, pero que está literalmente vendido».

La otra mala norma para abandonar un gato doméstico es la de «abandonarlo en una colonia. Los cuidadores los detectan en seguida. Y ahí, el gato doméstico sufre muchísimo y es muy difícil que sobreviva». No se adapta a los nuevos hábitos, «está aterrorizado y lo normal es que acabe atropellado». Y el refugio sólo puede ser provisional. «El gato doméstico no está acostumbrado ni a las jaulas ni al ambiente de los refugios. Entran en depresión y pierden el deseo de comer y, por extensión, de vivir».

La convergencia de verano y pandemia no ha traído un especial repunte en el abandono de animales. «No sé si decir por suerte o por desgracia. Por suerte, porque no ha repuntado. Por desgracia porque cualquier abandono es una tragedia». Lo que sí que se han detectado son «más camadas», algo que Amparo Requena considera que se debe a que «la pandemia ha frenado las esterilizaciones». Los gatos abandonados esperan la acogida y la adopción. Y llevan transportín.