Antiguamente, el adiestramiento de un animal se basaba en el castigo y en el reflejo de Pavlov. Hoy, por el contrario, además de este último intervienen muchos otros factores conductuales y, por supuesto, sólo se usa el juego y el premio.

Hace algunos años, conocí un tigre que, procedente de un circo, caminaba apoyado sobre los laterales de sus patas sin llegar a rozar el suelo con sus almohadillas. Había sido recogido por un centro especializado y, según contaban en el mismo, presentaba severas quemaduras en sus patas al haber sido adiestrado para «el baile del fuego».

¿Y en qué consistía y consiste dicho número? Pues en que un tigre camina sobre un elefante mientras atraviesa un aro rodeado de fuego. Evidentemente, sus pasos son simulados porque no avanza del sitio. Es casi como un ballet.

Según explicaban allí, para enseñarle a hacerlo habían colocado al tigre siendo cachorro sobre una plancha de calor a la que, progresivamente, le habían ido subiendo la temperatura. Cuando el animal comenzaba a quemarse, sonaba un tambor. En ese momento, para aliviar el dolor empezaba a levantar una pata y otra.

A partir de ahí, entraba en acción el «reflejo condicionado de Pavlov». El mismo le valió un nobel a su inventor, el ruso Ivan Pavlov. Se basa en una respuesta automática e involuntaria que, aunque no guarde relación directa, se da siempre ante la repetición de un determinado estímulo externo.

Así, apoyándose en el mismo y con el aprendizaje anteriormente descrito, el animal subido al elefante, al oír el sonido del tambor, como siempre que lo ha escuchado se ha quemado, levanta automáticamente las patas para evitarlo. El resto es sencillo. Llegado el momento, pasará por el aro ardiendo para no caer del elefante.

Sin embargo, según relataban allí, al sufrir una avería la plancha de calor sobre la que ensayaban y elevar su temperatura incontroladamente, aquel tigre había sufrido quemaduras irreversibles que le impedían caminar con normalidad.

Afortunadamente, hoy el adiestramiento ya no se basa en el castigo y sí en el premio. Sin embargo, distintas ONGs han denunciado recientemente que, en algunos lugares del mundo, se siguen usando los mismos métodos.

Sin duda, un disparate más que demuestra que, en temas de protección animal, aún queda mucho por avanzar.