Quizá le parezca increíble que esto siga pasando, pero es así. El problema se encuentra en las granjas de pollos productoras de huevos. Los máximos afectados son los pollitos macho, que no tienen venta en el mercado.

Recuerdo que hace años una persona denunció que una granja de pollos tiraba miles de huevos a un contenedor de basura en el que eclosionaban. El fin de los pollitos que nacían de los mismos era morir triturados por las cuchillas del camión de la basura. Desde entonces hasta ahora, poco hemos avanzado.

Es cierto que hoy en día las granjas tienen contenedores gestionados por empresas de residuos autorizadas para depositarlos pero, de una forma o de otra, el final de los animales sigue siendo el mismo.

El problema, principalmente, afecta a los machos. La causa es la escasa salida comercial de éstos. Al fin y al cabo, ni ponen huevos, ni son rentables para la alimentación humana dado que los pollos de engorde son criados específicamente para comer mucho en poco tiempo y llevan un proceso diferente.

El resultado final es que millones de pollitos cada año en nuestro país mueren triturados o asfixiados con dióxido de carbono. Esas son las dos posibilidades que la ley ofrece a los productores avícolas.

Sin embargo, algunos países sí han comenzado a tomar medidas. En Francia, por ejemplo, donde cada año mueren por este dramático método más de 50 millones de pollitos, ya lo ha prohibido, aunque sin prisas. Dicha prohibición entrará en vigor en el 2021. Por tanto, este año caerá de nuevo el mismo número de animales que en los pasados.

En el resto de Europa, por el contrario, seguirá realizándose dicha práctica que, recogida en una directiva europea, establece que, eso sí, el triturado debe hacerse ante de las 72 horas de vida, como si eso fuera un bálsamo para los animales. Está claro que para las autoridades europeas el asunto no reviste importancia, urgencia ni gravedad.

Sin embargo, la comunidad científica reconoce que, desde su salida del huevo, el polluelo tiene desarrollado su sistema nervioso y sensitivo, es decir, que dicha forma de morir es un cruel disparate y una auténtica barbaridad.

De todas formas, en realidad, simplemente es una muestra más de que para algunos humanos la protección de los animales y un pepino son sólo dos pepinos.