¿Animales a domicilio, dígame?- Algo así debían contestar en una tienda que, abierta al público en Madrid, vendía animales a cualquier lugar del mundo. Su especialidad no eran perros ni gatos, su fuerte eran las tarántulas, serpientes y hasta escorpiones si era necesario.

Ni que decir tiene que la mayoría de esos animales tenían una procedencia ilegal. Unos, porque eran especies invasoras, es decir, animales que la gente compra por moda y abandona por irresponsabilidad. Por nombrar sólo a algunos, podríamos citar a los galápagos de Florida, las cotorras argentinas o los cerdos vietnamitas.

Otras, porque estaba prohibida su tenencia al encontrarse en severo peligro de extinción. Es el caso de todos esos animales que, a fuerza de haber sido acosados por el hombre, van camino de convertirse en fotos de libros de historia.

Y los últimos y quizás más llamativos, por ser animales altamente venenosos y no existir en nuestro entorno más cercano antídoto alguno para su mordedura. Curiosamente, esta fatal característica es, precisamente, la que aumenta su demanda y precio económico. Al parecer, existen personas que valoran altamente la posibilidad de poder perder sus vidas por un picotazo de los mismos. Y no sólo eso. Hay ya quien apunta, incluso, a la existencia de competiciones organizadas con apuestas cruzadas para ver a quien le clava el aguijón primero. En fin, sin comentarios.

¿Y cómo transportaban a todos esos animales? Pues muy sencillo. Contaban con los servicios de una empresa de mensajería postal que, ajena a todo, ponían la mejor de sus sonrisas sin tener idea de la peligrosidad del producto que repartían.

Finalmente, alertado el Seprona por tanto ir y venir de paquetes y, sobre todo, a raíz de intervenir en un piso varios escorpiones de una especie asiática cuya mordedura es, prácticamente, mortal, tiró del hilo y averiguó de donde procedían los mismos.

El resto es sencillo de imaginar. Inspeccionó la tienda y encontró a más de 1.000 ejemplares de animales todo tipo. Hasta cocodrilos había allí.

Evidentemente, los animales fueron decomisados pero, desgraciadamente, este tipo de actividades no son una excepción. ¿Dónde se producirá la próxima intervención? No se sabe, pero quizás sea en su ciudad, en su barrio o, incluso, en la casa de algún vecino suyo. En realidad, donde menos pueda imaginarse.