El cielo de los animales es de colores, como ellos. Es el lugar donde espero que vayamos cuando acabemos nuestro viaje en la Tierra, a reunirnos con todos los animales a los que hemos ayudado, rescatado, acogido, adoptado, cuidado o compartido de alguna manera nuestra vida con ellos.

Es un cielo iluminado constantemente por un rayo de luz, ya que es lo que representan. Allí ya no hay dolor ni desigualdad, nadie tiene más poder que ellos para abusar de su superioridad social. Pueden comportarse como realmente son, seres humildes y llenos de bondad, leales y nobles, porque nadie se aprovechará de estas capacidades para hacerles daño. Se dice que los animales, cuando se marchan de este mundo en el que no existe justicia para ellos, cruzan el puente del arco iris, y esto es porque allí al hacerlo recobran toda la luz y el color que les caracteriza y corresponde. Al cruzarlo, olvidan todo lo malo que han vivido en la tierra y solo se quedan con los momentos buenos que hayan experimentado, aunque en algunos casos pueden ni siquiera haber existido. No obstante, hay animales que han sido felices y muy queridos. Éstos se quedan con esa sensación eternamente y desde su corazón tienden un hilo hacia el corazón de esas personas que de verdad han sabido valorar su esencia y la pureza de su alma. Desde el cielo, seguirán conectados para siempre a esos humanos que les dieron la oportunidad de ser tratados como se merecen, permaneciendo unidos a los que les ayudaron y brindaron su amor de forma desinteresada y limpia, a los que ellos tanto han querido. Un lugar donde solo hay animales ya se corresponde con el concepto de cielo, pues es un sitio donde todo lo que hay es bueno.

No tengo ninguna duda de que si existe en el mundo un lugar bonito, ese es el cielo de los animales. Porque nadie se merece más que ellos correr y jugar entre las nubes, rodeados de luz y de colores, y pudiendo disfrutar de la paz y la felicidad que les corresponde y que muchos en la Tierra no han conocido.