Hace unas semanas los medios de comunicación se hicieron eco de la propuesta de concejal de Zaragoza para «solucionar» las deficientes condiciones en las que se encuentran los perros abandonados de dicha ciudad: proponía el sacrificio de perros ancianos, enfermos o «inadoptables».

Su propuesta parece sacada de los programas de sanidad animal de hace décadas y va en contra de la corriente que lucha por los derechos de los animales y que se está imponiendo en muchos municipios: aquella que apuesta por el sacrificio cero.

Es decir, tradicionalmente, las diferentes legislaciones autonómicas de tenencia de animales de compañía (recordemos que aún no tenemos una Ley nacional) proponían respecto de los animales abandonados en el municipio su recogida por los ayuntamientos, y su mantenimiento en «centros de protección animal» (véase, perreras) hasta que, transcurrido el plazo legal de 20 días, fueran sacrificados, si no eran reclamados por su propietario. Es decir, que los ayuntamientos estaban legitimados para sacrificar impunemente a los animales abandonados del municipio, transcurrido el plazo legal, contraviniendo todo principio de respeto a la vida o protección de los animales.

Afortunadamente, estamos en tiempos mejores y muchos ayuntamientos e incluso comunidades autónomas han establecido el sacrificio cero, es decir, esos animales abandonados que están en centros de protección animal no serán sacrificados, salvo por cuestiones estrictamente de índole veterinaria, cuando sufran alguna enfermedad que merme su calidad de vida.

Recordemos, que el sacrificio cero puede conseguirse poniendo en marcha otras medidas, como el fomento de la adopción frente a la compra, penalización de las conductas infractoras y los abandonos, así como una mejor educación de la ciudadanía en cuanto a la tenencia responsable de animales.

Por eso, la propuesta mencionada es un paso atrás, afortunadamente no ha tenido mucha acogida y se sigue trabajando por hacer del sacrificio cero una realidad, que implique la mejora de la calidad de vida de los animales a cargo de la administración, y el impulso de campañas de sensibilización y concienciación.