A continuación voy a explicar lo que ocurre actualmente cuando se produce un desastre natural como, por ejemplo, incendios o inundaciones. En estos casos, no solamente se toma como prioridad a los humanos a la hora de llevar a cabo los rescates, sino que los animales directamente no son rescatados en la mayor parte de las ocasiones. No existe ningún protocolo oficial de evacuación de animales en casos de emergencia, al igual que no se destinan recursos ni personales, ni económicos, ni de ningún tipo a ayudarles en este sentido. Los pocos animales que reciben ayuda son los que tienen la suerte de coincidir con los voluntarios animalistas que se desplazan hasta el lugar del siniestro. Estas maravillosas personas hacen lo que pueden con lo poco que tienen. Se pasan días enteros sin dormir, ni comer, ni descansar, porque saben que son los únicos dispuestos ayudar a esos seres que una vez más, son olvidados por todo el mundo, los animales.

No obstante, lo más grave de todo esto es que en ocasiones no solamente se juegan la vida por las condiciones meteorológicas o por las características propias del desastre. Además, tienen que aguantar a maltratadores de animales que no quieren que sus negligencias e incluso delitos queden al descubierto o que quieren cobrar indemnizaciones, y no permiten a los rescatistas ayudar a los animales e incluso les agreden física y psicológicamente. En mi opinión, esta situación es de extrema gravedad en todos los sentidos y es completamente intolerable que a estas alturas tengamos que estar así, una vez más porque las administraciones no se hacen cargo de los que les corresponde, incumpliendo la normativa de protección animal de manera reiterada y sin consecuencias para ellos. Sin embargo, los que sí sufren las consecuencias son los animales que mueren ahogados o quemados y los rescatistas que acuden a ayudarles y que no podrán borrar las imágenes de sus retinas, ni de su corazón durante muchísimo tiempo.