Un hecho, absolutamente singular, se está produciendo en algunas zonas de África. Los elefantes están naciendo sin colmillos. ¿Será esta la forma ideada por la naturaleza para evitar que los maten por su marfil?

Según algunos expertos, en efecto, así es. Se trata de la respuesta de la naturaleza a la caza masiva y furtiva de estos animales. En el fondo, no es sino la reafirmación de la ley más primitiva que existe, la de la supervivencia. Según la misma, la evolución de las especies se produce como una adaptación al medio. Así, algunos animales como los lobos pierden pelo en la época de calor y les crece cuando llega el frío y, otros, como los osos, hibernan para sobrevivir a las bajas temperaturas extremas. Es la constante lucha de todos los animales, incluido el hombre, por vencer la hostilidad del medio. Ni más ni menos.

Por eso, cuando recientemente se ha descubierto que en las zonas de África más afectadas por la caza el número de elefantes que nacen sin colmillos ha pasado de un 5 a un 90 por ciento, los científicos han comprendido que la famosa teoría de la evolución de Darwin estaba nuevamente haciendo de las suyas. No es extraño. Desde que el mercado asiático, en base a supuestas propiedades inventadas por ellos mismos, comenzó a liderar la demanda de sus colmillos, la tercera parte de los elefantes africanos ha desaparecido. De hecho, cada día más de un centenar son asesinados a cambio del pago de un millón de euros por cada uno. Así de duro.

Menos mal que, afortunadamente, la naturaleza es sabia. Al menos eso es lo que afirma la investigadora Joyce Poole, que no ha dudado en establecer una relación directa entre el asesinato de los elefantes con colmillos y la supervivencia de aquellos que nacieron sin ellos.

La explicación es sencilla, al carecer estos últimos de interés para la caza furtiva, han conseguido reproducirse y pasar sus genes a sus crías, lo que, generación tras generación, está motivando el cambio genético. Fin de la explicación. A partir de ahí, cada uno lo llamará como quiera. Para unos será ciencia y, para otros, un auténtico milagro de la naturaleza que demuestra que lo que el hombre destruye, ella, a veces, reconstruye.