¿Es ético querer más a un animal que a una persona? El derecho a ser querido no viene intrínseco en la condición de ser humano, sino que queremos a quien nos ama y nos trata bien, o al menos eso es lo sano, al tratarse de un amor correspondido y justo.

Este es un tema controvertido, puesto que el hecho de decir abiertamente que algunas personas queremos más a los animales que a algunos humanos atenta contra el ego de quien lo recibe, cuando éste se autocoloca en una posición ficticia de superioridad. Este tipo de posicionamientos, lo único que consiguen es generar violencia y desigualdad. Además de que el concepto de amor no puede ir unido a la exigencia o la imposición, porque entonces deja de serlo inmediatamente. Por ello, esta última creencia es mucho más tóxica que la contraria.

Querer a los animales implica valorar determinadas cualidades como el amor incondicional, la humildad, la lealtad o la transparencia...

características que a la mayor parte de los seres humanos les cuesta muchísimo desarrollar. De hecho, la necesidad de tener que colocarte por encima de los demás para sentirte bien, lo que implica es precisamente todo lo contrario, un sentimiento de inferioridad y por eso necesitas someterles para esconder tu propia realidad. Por el contrario, cuando no dejas que tu ego te domine, cuando no necesitas estar por encima de nadie para sentirte bien, suele significar que tu nivel de autoestima es sano y que la relación con los demás también lo es. En el amor no deberían existir escalas, ni comparaciones entre quién es merecedor de él.

Existen personas que maltratan, que asesinan, que violan, que hacen un daño infinito a los demás y, sin embargo, no conozco ningún animal con estas características. Por lo tanto, no dudaré en decir bien alto que amo muchísimo más a cualquier animal, antes que a un ser humano capaz de hacer cosas horribles sin el más mínimo remordimiento. Para mí la verdadera superioridad se encuentra en el alma y no en la forma del cuerpo.