Dentro de la protección animal existen organizaciones que se encargan de velar por los derechos de los animales, así como de su rescate y recuperación. También existen colectivos de activistas enfocados en generar un impacto social para conseguir la igualdad de los animales. No obstante, creo que el ámbito animalista es en uno de los que más trabajo se realiza por parte de particulares. Gente anónima e invisible que la mayor parte de las veces lleva a cabo funciones tan importantes como las de cualquier organización, pero a nivel individual, con toda la carga de esfuerzo, tiempo, dinero e implicación que eso conlleva.

Son personas que deciden dedicar su vida a ayudar a los animales más necesitados de una forma silenciosa, pero que genera un gran impacto muy positivo dentro de la protección animal. Acogen, rescatan, alimentan, gestionan, protegen... y todo eso ellos solos sin ningún tipo de ayuda ni apoyo que les ayude a sobrellevar esta importante labor que realizan y de la que dependen muchísimos animales y su bienestar.

Gente que va por la calle cargada con su jaula trampa o con sus kilos de comida y agua, pasando desapercibidos y siendo poco reconocidos, ya que casi nadie tiene en cuenta la importancia de lo que hacen. Por eso, quiero utilizar este artículo para brindarles el valor y el reconocimiento que realmente tienen. Visibilizar su lucha y su valentía, su capacidad para conseguir solos lo que instituciones y organismos oficiales deberían hacer.

Añadir que incluso las asociaciones y protectoras de animales están formadas por voluntarios que también son particulares y que, de forma altruista, se implican activamente en la lucha por los derechos de los animales, ayudando de forma totalmente desinteresada a los que más lo necesitan.