El dinero, el éxito o el fracaso pueden sumar o restar en la vida, pero no la cambian. Sólo el dolor por perder a un ser querido te la cambia para siempre. Estos días, los tristes acontecimientos acaecidos nos lo han demostrado una vez más. Descanse en paz el pequeño Julen.

Una vez, a raíz de un importante reconocimiento concedido a una insigne escritora, le preguntaron a ésta si los premios le habían cambiado la vida. Se quedó pensativa y, finalmente, contestó: «No, los premios no cambian nada. Se agradecen, se disfrutan, pero sólo llenan un instante. El dolor es el que te cambia la vida para siempre». Después explicó que no hablaba de enfermedad ni de dolor físico, se refería a ese sentimiento profundo y doloroso que te invade cuando pierdes a un ser querido.

Reconozco que, tras escuchar completa la entrevista, me invadió el recuerdo de mis propias pérdidas. Sin embargo, más tarde, sin darme cuenta y como siempre, acabé pensando una vez más en los animales. Recordé esta vez a todos los que viven en los albergues, refugios y perreras de España. Supongo que, al fin y al cabo, con todas las infinitas distancias que cada uno quiera poner, ellos también saben bien lo que es no volver a sentir cerca a las personas a las que más quieres.

No es una exageración, he visto a muchos perros entrar gritando y aullando desesperados en sus jaulas al verse abandonados, y he conocido también a un buen número de gatos que, al sentirse lejos de sus familias, se han escondido deprimidos bajo una manta y, literalmente, se han dejado morir. Por eso, siempre me he preguntado qué pensamientos tendrán aquellas personas que los abandonaron. ¿Se les encogerá el corazón al recordar lo que hicieron? ¿Qué sentirán al escuchar el ladrido de un perro o el maullido de un gato? No lo sé.

En cualquier caso, lo único seguro es que, como decía aquella famosa escritora, perder de una forma u otra a alguien cambia tu vida para siempre y, poco a poco, te va matando por dentro porque, al fin y al cabo, una cosa es respirar y otra, bien distinta, es vivir.