Las jirafas, oficialmente, acaban de entrar en el listado internacional de animales en peligro de extinción. En un año su población ha descendido hasta la mitad. Los motivos son muchos pero, principalmente, se reducen a intereses económicos y a la acción del depredador más destructivo que existe, el ser humano.

Las jirafas se están quedando, literalmente, sin casa donde vivir. Su hogar, las zonas boscosas y las llanuras africanas, están siendo destruidas ¿Y por qué? Pues, como siempre, por dinero. El imparable cambio climático y las emisiones descontroladas están deforestando su territorio o, lo que es lo mismo, dejándoles la despensa vacía sin nada que llevarse a la boca. Además, la minería que nutre a los famosos móviles de todo el mundo y que, tanta violencia y guerras civiles provoca, está atentando directamente contra su población.

Pero, por si todo lo anterior fuera poco, también la caza las está machacando. Por un lado, la ilegal, dado que algunas de las partes que embellecen su cuerpo como su pelo o su piel, son muy demandadas en forma de collares, pulseras, bolsos y zapatos exclusivos en ese mercado negro llamado Internet ¿No les han ofrecido nunca un objeto realizado con piel de jirafa? Pues ahora ya saben de dónde sale. Sin embargo, no acaba ahí la cosa. A la anterior demanda se está sumando también la de la famosa medicina asiática y la propia africana. Esos curanderos de la nada, grandes amigos del dinero ajeno, reclaman distintas partes de su cuerpo para cometer sus fechorías. Mal asunto, cuando las mafias productoras de falsos remedios y curaciones milagrosas se centran en un animal, lo exterminan sin remedio.

Claro que, además de la furtiva, estaría también la caza legal o turística, esa que se basa en la inexplicable necesidad que tienen algunas personas de aniquilar la vida de un animal con el único fin de obtener una foto junto al cadáver del mismo. El último caso conocido ha sido el de la americana Tess Thompson Talley que disparó a un raro ejemplar de jirafa negra y se inmortalizó junto a ella agradeciendo a Dios el privilegio de haber podido matarla. Sin comentarios. Sus fotos, colgadas en las redes, se han hecho virales esta misma semana.

Y así, entre unos y otros, las jirafas se nos van para no volver. Las autoridades ya han informado que, si no se para la masacre, en unos años no existirá ni un solo ejemplar viviendo en libertad. Para entonces, ya no valdrán arrepentimientos ni medidas urgentes que llevar a cabo. Todo será demasiado tarde. Por acción u omisión, habremos conseguido exterminar a otro animal más.