Como sabemos, existen zonas muy castigadas por la exclusión socioeconómica a nivel mundial. Países y continentes que sufren situaciones de extrema pobreza. Pero también hay zonas específicas y núcleos urbanos en los países más desarrollados que son víctimas de la exclusión social. Me gustaría que este artículo sirviese para que nos paremos a pensar en los animales que conviven con estos seres humanos víctimas de la pobreza. Esta situación supone un hecho tremendamente grave y con un impacto muy importante a todos los niveles. Pero sin duda, los animales serían junto a los niños/as las víctimas más afectadas debido a su mayor vulnerabilidad. Animales que en la mayor parte de las ocasiones son maltratados de dos posibles maneras (se puede dar una de las dos o ambas). Por un lado, es habitual que se den negligencias y falta de cuidados debido a la escasez de recursos e incapacidad por parte de sus responsables para llevarlos a cabo y atenderlos adecuadamente. Y por otro lado, también se produce de manera habitual en estas zonas la concentración de actividades ilegales, para obtener mediante la utilización de los animales un beneficio económico. Dichas prácticas conllevan un elevado sufrimiento para los animales. Ejemplo de ello serían las peleas (de perros y gallos) y otro tipo de actividades clandestinas como el tráfico de especies, la cría ilegal, etc.

En otras ocasiones, a todo lo anteriormente citado se le añade el hecho de que pueden ser también víctimas de violencia directa, ya que se encuentran completamente desprotegidos, debido a su total invisibilidad para el resto de la sociedad. De hecho, me parece importante destacar la labor que desempeñan asociaciones que trabajan específicamente en estas zonas desfavorecidas, ayudando a los animales que se encuentran allí con todo lo que eso supone. Personas que bucean en la más absoluta miseria humana, para buscar animales necesitados de ayuda urgente y rescatarlos de aquel mundo en el que nadie merece vivir.