Madrid. Diciembre del 2015. 23:00 h. Un grupo de animalistas se cuela en el interior de un circo instalado en la capital. En mitad de la noche realizan varias fotos a sus animales. Un león y varios tigres aparecen en las mismas. Las fotos son colgadas en las redes sociales y las imágenes se vuelven virales.

El circo es entonces denunciado por distintos colectivos, mientras varios activistas disfrazados de animales se manifiestan en la puerta del mismo. La presión aumenta. Deciden marcharse al norte.

Días más tarde se encuentran en Galicia. Las cosas siguen sin ser fáciles. Se sienten observados y juzgados. Intentan trabajar en varios municipios, pero la mayoría tampoco quieren actuaciones con animales. La situación se complica.

Se ponen, entonces, en contacto con otros circos. Todos comentan que están viviendo lo mismo. Dicen que no son sólo los permisos, que la gente ya no quiere ver espectáculos con animales. Algunos explican que han comenzado ya a deshacerse de ellos. Otros lamentan no entender nada; al fin y al cabo, se criaron entre tigres y leones. Sin embargo, todos coinciden en que el cambio ya es imparable.

Semanas más tarde el circo convoca una reunión urgente de todos los responsables del mismo -en realidad, es casi un encuentro familiar, todos son primos, tíos o hermanos-. Uno de ellos comenta que la situación no puede continuar, que han de encontrar una solución. Tras muchas dudas y acaloradas discusiones, al final deciden que ha llegado el momento de despedirse de ellos. Van a entregarlos a un santuario de animales.

Fin de la historia. ¿O no?

En realidad, lo más lógico sería que el relato verídico que les acabo de contar hubiera finalizado en ese mismo momento o, como mucho, unas semanas más tarde. Sin embargo, no fue así. Han tenido que pasar más de dos años para que esos animales ingresaran finalmente en Primadomus, un centro de recuperación adecuado para ellos. Dos años de gestiones con santuarios de toda Europa, de conversaciones telefónicas, de decepciones, de alegrías, de pasos hacia adelante y hacia atrás, de ninguna ayuda pero, eso sí, mil trabas oficiales y, sobre todo, de mucha, muchísima soledad.

Afortunadamente hoy todo eso ya es pasado gracias a mucha gente pero, sobre todo, a Raquel López Teruel, abogada y alma mater del despacho animalista www.deanimals.com, que en estos últimos años ha participado en el rescate de más de quinientos animales y que, en realidad, es la verdadera artífice de este milagro. No lo olviden, siete tigres y un león han abandonado esta semana el circo gracias a ella.