Lady es una perra color canela, cariñosa a más no poder, cuya dueña falleció víctima de un cáncer. Cuando se publiquen estas líneas, si todo sale según lo previsto, Lady acabará de aterrizar en Bad Wimpfen, localidad alemana donde le espera un nuevo hogar. Tenía que haber viajado hace tiempo, pero otro can la atacó brutalmente. Los veterinarios llegaron a temer por su vida, pero la perra se recuperó de sus heridas y ayer emprendió el periplo hacia tierras bávaras. En busca de nuevas caricias y nueva felicidad.

Once perros partieron ayer por la mañana de las instalaciones del centro zoológico Esprineco, ubicado en Mazarrón. Lo hicieron en una enorme furgoneta marca Mercedes, cada uno en una jaula, y con ´papeles´: todo animal tiene su pasaporte y su número de chip. Emprendieron el viaje, sin embargo, entre lágrimas: las de los que han sido sus ´padres de acogida´, vecinos de la zona (en su mayoría extranjeros) que dieron la posibilidad de tener una familia temporal a estos canes, siempre siendo conscientes de que su destino estaba fuera.

Hace ya años que Esprineco decidió contactar con centros zoológicos extranjeros para ´mandarles´ mascotas. Han partido ya 340 animales en dos años. Unas 26 horas dura el viaje, que estos ´emigrantes´ realizan gustosos.

«Aquí tenemos perros muy buenos, y es una fortuna lo que les cuesta comprar un perro allí (en Alemania)», explica el veterinario Antonio Olmos, director facultativo del centro de Mazarrón. Añade que «las vacunaciones, las analíticas y la operación (para esterilizar al animal) son más baratas hacerlas en España».

«Estamos mandando cada mes y medio entre siete y doce perros», destaca este profesional, al tiempo que detalla que «la documentación (de los canes), puesto que pasan por España, Francia y Alemania, va en tres idiomas».

La idea de ´exportar´ mascotas surgió cuando en Esprineco contactaron con Tony Frettsome, el responsable de la asociación JJ´s Puppys. «Estas fechas son tremendas», comenta Antonio Olmos, mientras se ocupa de ir poniendo la ´pipeta´ a los animales antes de embarcar, «los dejan en la calle» por las vacaciones.

No solamente perros y gatos (también hay gatos en las instalaciones de la empresa, aunque estos no están incluidos en las adopciones internacionales) son clientes potenciales del lugar. «Nos han llamado para todo, hasta para tortugas moras y cerdos vietnamitas», asegura Olmos. Hasta se les presentó una vez el problema de la existencia de una colonia salvaje de estos últimos. Sin embargo, Esprineco sólo atiende, de momento, a canes y felinos. A los mininos, dado su carácter, en general, y la leyenda urbana de cómo son los gatos, a veces es más difícil encontrarles hogar. Aunque algunos rompen el tópico y llegan a salir de su jaula para compartir espacio con un perro.

En el centro, ubicado unos cinco kilómetros antes de entrar en el pueblo de Mazarrón, trabajan habitualmente dos o tres personas de mantenimiento. Uno de los empleados es Adán Galindo, que recorre las jaulas al aire libre donde residen los animales, y donde esperan que los conozca un día su nuevo dueño. «Normalmente son perros abandonados», comenta Galindo, a lo que agrega que «están todos desparasitados y vacunados». Hay desde pastores alemanes a un pitbull, pasando por un precioso boxer. Ladran prácticamente al unísono cuando ven llegar a un extraño.

Muchos encontrarán a su persona allí. Otros tendrán que hacer un largo viaje. Los que se subieron ayer a la furgoneta fueron Lady, Nina, Lucile, Rupert, Poppy, Harriet, Jamba, Susie, Peaches, Percy y Porter. Para emprender una aventura en la que la recompensa es simplemente liebe. Pues eso, lo que viene siendo amor.

Una burocracia perfecta para que no quede un cabo suelto

Es el sistema Traces (Trade Control and Expert System) o Sistema Informático Veterinario Integrado el que permite el intercambio de información de los movimientos de animales vivos (también alimentos para personas y animales) dentro de la Unión Europea. Se aplica a todo el transporte de animales siempre que el propietario no está viajando junto a su mascota.

El sistema Traces implica que un animal viaja desde un lugar autorizado donde es inspeccionado en origen por un veterinario inspector estatal de la OCA (Oficina Comarcal Agraria, que depende de la consejería de Agricultura) a la que territorialmente pertenece el núcleo zoológico de origen.

Estos funcionarios acuden a las instalaciones, y uno a uno comprueban que los perros, el vehículo y el transportista cumplen las condiciones antes indicadas: pasan a todos los animales el lector de chip y lo constatan con su pasaporte. Al mismo tiempo revisan que lleva la vacuna de la rabia puesta al menos 21 días antes del transporte. Supervisan que se encuentran en perfectas condiciones para viajar y que aparentemente no tienen ninguna enfermedad que puedan exportar a otro país. A continuación, comprueban la identificación y autorización del transporte y del transportista y confirman que el vehículo lleva agua y comida. Asimismo, es vital que las jaulas en las que viajan los pasajeros estén homologadas. Una vez llevadas a cabo todas las comprobaciones, estos afortunado animales inician el camino hacia su segunda oportunidad: a su nuevo hogar, donde otras personas les esperan con los brazos abiertos.