El amor por los animales es una de las armas más poderosas del ser humano, sobre todo cuando este afecto, y normalmente es así, es correspondido. Todos aquellos que tienen una mascota entienden la magnitud de tal relación, así como el importante papel que el animal desempeña en la familia.

Lo que quizás sea menos conocido es que la interacción entre el hombre y el animal jugó un papel clave para la evolución de la especie y que nuestro lenguaje y nuestra empatía no serían lo mismo sin ellos.

A continuación, recordamos cinco de las historias más tiernas entre animales y personas que nos han tocado el corazón:

Dindin, el pingüino agradecido

Dindim, un pingüino de Magallanes, apareció agonizante en una playa de Brasil hace ya cinco años. Joao Pereira de Souza, un pensionista local de 71 años, lo encontró moribundo entre unas rocas, cubierto de crudo. El hombre llevó a su casa al animal, donde lo limpió y se esforzó por mantenerle con vida durante una semana. Una vez recuperado, Joao devolvió al pequeño pingüino al mar. Lo que Joao no esperaba era que el animal fuera a volver unos meses después a la misma playa donde un día lo rescató.

De hecho, hoy día el ave marina, ya bautizado como Dindim, pasa ocho meses al año conviviendo con el anciano. Cuando llega la época de reproducción, el pingüino nada hasta a las costas de Argentina y Chile. Pero tan pronto como su instinto de preservación de la especie se lo permite, vuelve a la casa del señor Pereira, la que ya es su hogar.

Capitán, el perro que vive junto a la tumba de su dueño

Desde que Miguel murió, su perro Capitán se siente muy solo. Una de las formas que tiene de expresarlo y estar más cerca del que fue su amo y cuidador es acercándose cada día a la tumba, en la ciudad argentina de Córdoba, y tumbándose encima.

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Según explicó la esposa de Miguel, el perro fue un regalo para su hijo. Días después de la muerte de Miguel, Capitán desapareció de casa; estuvo durante un tiempo durmiendo en la calle, hasta que le perdieron el rastro.

Un día, madre e hijo fueron a visitar la tumba de Miguel y se encontraron allí a Capitán. "El perro se nos acercó ladrando, como si llorara", confiesan. Aunque lo llamaron el can permaneció inmóvil, en la tumba. Una semana más tarde volvieron al cementerio y se toparon de nuevo con Capitán. Esta vez regresó con ellos a casa, pero sigue visitando la tumba de Miguel a diario.

El abrazo del León Júpiter, a su cuidadora

El león Júpiter estaba acostumbrado a los focos, la gente, las acrobacias... y también al maltrato y al hambre. El felino, que vivía en la ciudad de Cali (Colombia), era una de las actuaciones estrella para el circo en el que trabajaba.

Su 'salvadora' fue una mujer, Ana Julia Torres, a la que el león le muestra su agradecimiento por haberle rescatado con unos abrazos y besos animales tan intensos que son capaces de provocar ternura y miedo a la vez.

Su cuidadora sólo tiene buenas palabras para él ya que dice que es el más tierno y pacífico que nunca ha conocido. Júpiter ha olvidado su duro pasado y vive ahora feliz en un centro de animales.

El Koala Sam, salvado de los incendios en Australia

Tras los terribles y devastadores incendios que asolaron Australia en 2009, la historia del rescate del Koala Sam a manos de un bombero llegó al corazón de muchas personas.

El koala se encontraba herido, sediento y perdido tras el incendio en el bosque de Port Lincoln. Su destino era morir entre las cenizas, correr la misma mala suerte que otros animales del bosque. Afortunadamente, un bombero se topó con él y lo primero que hizo fue hidratarlo con una botella de agua, como si de un bebé humano se tratara. Tras recuperar el aliento, el animal que tenía quemaduras de consideración en las patas y en la piel, fue trasladado a un centro de cuidados donde se recuperó perfectamente.

Rescate y liberación de Britches, el bebé Macaco

En 1985 un grupo de activistas del Frente de Liberación Animal, entró en las instalaciones de un Bioterio del centro de experimentación, con animales en la Universidad de California. Allí encontraron terribles y crueles experimentos que sembrarían el odio contra la Ciencia.

Uno de los animales afectados era Britches, un bebé Macaco al que le fueron cosidos los párpados para estudiar si la ceguera permanente conllevaba daños cerebrales. Además, le sometieron a interminables sesiones de decibelios para comprobar su reacción.

Tras ser rescatado, Britches fue cuidado las 24 horas del día, con el objetivo de sanar sus heridas físicas, pero sobre todo las psicológicas. Cuando el mono estuvo mejor, fue trasladado a vivir a un santuario en compañía de una mamá macaco que ya había criado a otros animales huérfanos. Gracias a un grupo de personas, Britches recuperó la vida animal de la que había sido despojado.