Heredera de una estirpe de artistas de la guitarra, del cante y del baile; hija de dos iconos de la vanguardia del flamenco como Lole y Manuel, Alba Molina (Sevilla, 1978) transita por las músicas del mundo -pop, jazz, bolero...- desde hace quince años. Su nuevo disco es un homenaje a sus padres realizado poco después de la muerte de Manuel, "un álbum sencillo, como los suyos, sin grandes orquestaciones, que me ha sido terriblemente difícil. Pesa mucho en lo personal, y en lo profesional me he enredado en esos tonos de mi madre, con una tesitura inigualable. He intentado hacerles justicia porque cuando pocos valoraban el flamenco, lo ofrecieron, renovado, a las nuevas generaciones".

Explica, con admiración, cómo en aquella pareja gitana todo estaba mezclado: "El amor y la música. Mi padre siempre tenía sus melodías en la cabeza y se iba detrás de ella por la casa persiguiéndola con la guitarra, aunque estuviese haciendo la comida. Ella era el instrumento, pues tiene una voz perfecta, y la inspiración, porque participó en la autoría de muchos temas. Él era el coco, la cabeza".

De algunos de aquellos temas se desprendía un romanticismo que, para ella, no entiende de géneros. "No somos iguales, pero ese sentimiento que cuenta la canción: ´Y tu mirá se me clava en los ojos como una espá´, nos iguala. Eso nos ha pasado a todos".

Las diferencias, para ella, van por otro lado: "Las mujeres paren, y los varones, no, así que nuestros mundos nunca podrán ser iguales. Nuestro abanico sentimental está más abierto, aunque hay hombres sensibles y mujeres de piedra".

Se suele llevar mejor con ellos. "El hombre es más noble. Algo simplón, pero menos enrevesado. La mujer tiene una parte muy dulce, pero su pensamiento es más elaborado para lo bueno y para lo malo. Dios se lució en esto, porque somos tal para cual".

Le encanta "verles cocinar; mi marido lo hace bastante bien", y no soporta al fanfarrón: "Ese que no tiene idea de lo que dice, pero siempre quiere tener la razón".

Sobre la evolución de la mujer en el universo gitano, opina con reservas, "porque esto lo he vivido poco. Soy una mujer muy libre. La mujer gitana intenta ser más independiente, pero no sé si es nuevo, porque yo ya lo viví en casa de mis padres: ellos eran iguales, como dos mariposas. Me pregunto si las parejas que marcan diferencias entre el hombre y la mujer son felices. Y si lo son, no tengo nada más que añadir".