Carlota Casiraghi, hija de la princesa Carolina de Mónaco, es un icono de la moda. Ha heredado la belleza y la elegancia de su madre Carolina y de su abuela, Grace Kelly, y poco a poco, se ha convertido en una de las figuras de la realeza europeas. Prueba de ello es su reciente aparición en la alfombra roja del Festival de Cannes, enfundada en un vaporoso vestido estampado de Gucci en tonos azules y granate, y donde demostró que es la heredera del glamour de la dinastía Grimaldi.

Dejando aparte su exquisito gusto al vestir, en cuanto al terreno personal la joven de 28 años mantiene una relación sentimental con el actor y humorista francés de origen marroquí Gad Elmaleh, de 44 años, desde finales de 2011. La pareja formalizó públicamente su relación en el tradicional Baile de la Rosa en 2013, y el 17 de diciembre de ese mismo año tuvieron a su primer hijo, Raphaël.

Y por su hijo pequeño es precisamente por lo que la familia Grimaldi y la familia del actor tienen una relación complicada. Tienen diferencias en cuestiones religiosas. El humorista le puso un nombre hebreo a su hijo y, según una biografía sobre Gad escrita por Stéphane Koechlin, muchos pensaron que el niño sería circuncidado siguiendo la tradición judía.

Sin embargo, el niño no fue circuncidado ni fue bautizado por un rabino. Le bautizaron en la capilla real del palacio de Mónaco, por un sacerdote y bajo el rito católico. Esta decisión enfadó mucho a los familiares de Elmaleh y se llegó a rumorear la ruptura de la relación. No obstante, ésta continúa. La prensa francesa del corazón, a falta de una familia real oficial, tiene en los Grimaldi uno de sus principales focos noticiosos.