Hay un lugar común, sin mucha base, que afirma que uno es más franco en la órbita privada que en la pública. Ese prejuicio, que tanto juego da al periodismo ante las escuchas telefónicas a delincuentes, salta por los aires cuando se abren las puertas de lo privado a lo público. Alaska & Mario, del canal televisivo MTV, permitió a los espectadores asomarse a la cotidianidad de esta singular pareja, y el solaz provino de comprobar que lo que se sabía de Olvido Gara, alias Alaska, es tal cual el reality. Igual de bien.

Es paradójico que tras 30 años bajo un espeso maquillaje resulte que nunca ha ocultado su verdadero rostro. Quiere decirse que Alaska, a un metro, es exactamente igual que la que ustedes conocen desde Bailando o 'Culombio, culombio'. Se entusiasma hablando de música -está de gira con Cuatricromía, la última obra de esa empresa que forma con Nacho Canut llamada Fangoria- y de cualquier otra cosa, suya o del mundo, con el escrúpulo y la cortesía de hacerlo siempre en las antípodas de la solemnidad.

Su relación con la escena pública, que siempre ha ido más allá de la escena musical...

... Desde el principio, que es lo bueno.

¿... es deliberada, por diversión...? ¿Nunca ha sufrido los penares de ser un personaje público?

Nunca. ¿Quién decía el otro día...? Ah, Tom Hanks y su mujer. Decían: "Tenemos la suerte de no ser glamurosos, no nos persiguen los paparazzi para ver dónde cenamos, pero cenamos todas las noches fuera de casa". Consiste en no ser interesante, y eso está muy bien porque puedes hacerlo todo con naturalidad y nunca ocupas las portadas. Al principio, obviamente, no es pretendido, porque la primera vez que fui al programa La Clave, de Balbín no sabía si me iba a gustar o no, ni si volvería a ir... Pero una vez que fui, pensé: "Me encanta esto".

Nunca he hecho nada para que me salgan estas cosas, no tengo un mánager buscándome programas donde aparecer. Si me preguntas si hago algo para que surjan, pues no, no lo hago, pero si supiera qué hacer, lo haría, porque me encanta. Recuerdo cuando me llamó Lolo Rico para hacer La Bola de Cristal, sabía que la televisión me gustaba mucho, porque ya lo había probado, y no sólo a cantar.

En un programa de José María Íñigo, con Rubí

Sí, y Marujita Díaz. El programa consistió en juntar a la cantante de siempre y a las nuevas chicas. Me acuerdo. El discurso entre Íñigo y Marujita era un poco como "ay, las pobres". Y Marujita decía: "No, no, no, yo todo lo que gano me lo gasto en ropa buena y en ponerme guapa", que era una manera de dar a entender que nosotras, no. Pues ves, a mí esas entrevistas, esos encuentros, me gustan.

Hablaba de cuando la llamó Lolo Rico.

Ah, sí. A pesar de todo lo que me gustara la televisión, yo nunca había presentado un programa. Fue muy atrevida, Lolo, y siempre le estaremos todos agradecidos, porque lo que se inventó era una barbaridad. No éramos profesionales de la televisión, y vaya usted a saber cómo podía haber resultado. No ya por lo que la gente pensara, sino porque podíamos haber sido incapaces de leer tres líneas seguidas.

¿No está orgullosa de aquellos electroduendes, versiones apócrifas de Alaska?

Sí. Por ahí andan, en un almacén de televisión. Un día me llevaron a verlos y los tenían guardaditos todos juntos con una calabaza Ruperta del Un, Dos, Tres. Me hizo muchísima ilusión. Era como Toy Story, pero con nuestra memorabilia: te imaginas que de noche Ruperta hace cosas con el hada Truca y cosas así. Vista hoy, 'La Bola de Cristal' era un programa verdaderamente fuerte para los adolescentes de entonces. Sí, y en cambio, para los niños, no. Eso era lo bueno, que si tú eras un niño pequeño, te quedabas con otras cosas, lo visual, las marionetas. Mira, cuando dudo de si vale la pena hacer las cosas, siempre pienso que con que sirvan para una persona, ya merece la pena. Lo cuento porque Alejandro Amenábar me explicó que la primera vez que oyó hablar de montaje fue en La Bola de Cristal. Pues eso, misión cumplida. Y el otro día, haciendo un programa de magia, los de treintaytantos, Jorge Blas, Yunke, Luis Piedrahita..., son hijos del Tantatachán: me habían visto ahí con Tamariz cuando no eran ni adolescentes.

¿Usted prefiere arrepentirse de lo hecho? Dicho de otro modo, ¿es tan valiente como parece?

No, pero luego resulta que sí.

¿...?

Yo creo que no, me tengo por cobarde y, además, soy de mentira piadosa: si puedo no enfrentar un problema, lo postergo, doy doscientas vueltas, espero diez años... Y se pudre. Pero luego no es verdad del todo, porque lo que quiero hacer, voy y lo hago.

Dice que nunca le molestó el interés de los medios, ¿cómo se animó a hacer un reality?

Pues por eso. Pensé que sólo iba a interesar a nuestros fans.

¿En serio lo creía?

De verdad que nosotros nos hemos sorprendido de que pueda interesar a más gente. Lo acepté por la misma razón por la que he ido a Tómbola o voy a Sálvame, porque no pasa nada. El mundo del corazón me fascina, y tampoco me importaría que me sacaran saliendo de un restaurante. El coñazo de que te persigan es que te enteres, que es lo que yo critico al paparazzo de hoy en día. El buen paparazzo te hace la foto y tú no te enteras. El coñazo es que te asalten a la salida del colegio con los niños: "¿Se está usted separando?". También me apunté porque era superfan del reality de los Osbourne, el de Gene Simmons, el de Hulk Hogan... y de pronto, pensar que te vieran como algo de eso, pensé: "Qué bien, soy así".

¿Nunca tuvo un problema de pudor?

No, porque es un programa muy poco agresivo. No pretende que hagamos edredoning y lo vea todo el mundo, ni enfadarte para ver tus reacciones... Yo, además, tengo mucha contención. Si ha habido algún momento en que he querido matar a Mario, no lo habéis visto. Y no porque estén las cámaras, por mi carácter.

¿Desde que descubrió el maquillaje ya pensó "esto es para mí"?

Uy, y antes. Con mi madre nos sacamos el título de esteticista y maquilladora, el único título que tengo. A los 12 años aprendí a maquillar. A ? nal de curso pedían uno de fantasía. Yo aprobé con el de la portada del Aladdin Sane de Bowie. Es que si no me maquillo, no soy yo. Lo otro no soy yo. Uno no nace, uno se hace. Otro elemento característico es su voz. Pese a tener una voz grave, su música siempre ha tenido un elemento épico que parecía invitar a otra tesitura.

¿Nunca añoró otra voz?

La verdad es que si hubiera admirado y envidiado grandes voces altas, nunca me habría dedicado a cantar. No admiro a Whitney Houston ni a Mariah Carey, me parecen un coñazo y una pesadez. Admiro a Amanda Lear, a Chavela Vargas, a Bibiana Fernández... Las voces graves. Cada vez que oigo una voz grave, me llena. En los chicos tengo la manga más ancha, porque admiro a Raphael, eso es una voz. Pero en las chicas, no. Al menos, no lo que se consideran grandes voces. Pre? ero el susurro, incluso. El tono agudo me saca de quicio. Mataría por tener la voz de Leonard Cohen. Claro, luego Ni tú ni nadie es una canción que podría cantarse hasta con la voz de las All Saints. Si le preguntáramos a un productor musical, nos diría que qué lástima, que la canción se viene abajo con mi voz.

Tampoco es eso.

Sí, sí, para la sensibilidad general, la canción se viene abajo. Podría haberse hecho para otros tonos. De hecho, me da pena que pongan mis canciones a los chicos de La Voz u Operación Triunfo, porque no se pueden lucir, no pueden hacer mucha exhibición vocal. Claro que cantar no es hacer una exhibición vocal.

Hace poco comentó el escaso prestigio del pop.

Creo que esa visión distorsionada es más una cosa de la crítica... Bueno, distorsionada, no, la que hay. El pop es el pop y no tiene crítica. Al menos, aquí. Hay críticas de conciertos, pero no hay una crítica de pop como la hay de rock. O sea, como lo que hacía Neil Tennant (líder de Pet Shop Boys) en el Smash Hits, una persona que entiende y puede dar una visión. Aquí eso sólo pasa con el rock y con el rock heterosexual. O eres heterosexual y vistes de una determinada forma y haces una determinada música o no existes.

¿Y para que los listos pudieran hablar de pop se inventó el pop indie?

Exacto. Y el pop culto... ¡uy, qué feo, pop culto!

Canut dice que los cuatro discos que forman Cuatricromía expresan las cuatro almas del grupo, pero usted añade que, pese a todo, a los cuatro productores les ha salido un sonido muy Fangoria. ¿Tiene que ver con la creciente hibridación de géneros?

No, no creo. Pienso que tiene que ver con nosotros. Y además hay una serie de cosas que están ahí, lo puedes llamar estilo, pero que no son más que limitaciones. Cuando empiezas, alguien te ve y dice: "Uy, este no vale para bailar". Cuando llevas 20 años, como no vales para bailar, tienes un estilo que implica no bailar. Es así, no pasa nada. Al final da un poco igual qué cantas porque la forma de cantar lo impregna todo. Y probablemente eso ocurre con las letras y con ciertas tendencias de los arreglos que son ya inevitables. Y que no hay por qué evitarlas.

Con todos los duetos que ha hecho, ¿qué le ha quedado en el tintero?

Siempre decimos "Juan Gabriel". Hay colaboraciones que son naturales, pues como Astrud, son de nuestro mundo. Hay otras no naturales, con personas que o no conoces o están muy por encima de tu nivel: Raphael, Camilo Sesto... Todas esas. Cuando se propician, es fantástico. Entre esas, no imposibles pero megalómanas, estaría Juan Gabriel. Cuando vamos a México y nos preguntan: "¿Qué grupos mexicanos les gustan?". "Juan Gabriel". "No, nos referíamos a grupos de pop". "Juan Gabriel".

¿Siente que ha sido el puente entre Raphael y los jóvenes?

Es que, lo que decía antes, con que uno lo piense...

La suya no fue una reivindicación de modernez, con la típica pose condescendiente.

No, es verdad. No había ironía. Las devociones nunca deben tener ironía. Esa es la diferencia con la parodia, con el "vamos a reírnos con Boney M", que se ve mucho ahora. Entre las cosas que eran un shock para esos críticos heterosexuales de rock en los ochenta era que dijéramos que nos gustaba Raphael, mientras ellos, a lo mejor, admiraban a Tom Jones, cosa que no se comprende muy bien, pero bueno. Un periodista amigo sostiene que si esto no fuera España, Raphael sería Bowie. Pues Bowie no sé, por el estilo, pero desde luego un Tom Jones, seguro, si no un Frank Sinatra. Ten en cuenta que él es el único que de verdad tiene un nicho de público. Y no hablo de unos fans que lo siguen por todas partes y tal. No, no, lo suyo es real. Él toca, y toca, y toca, y toca, y toca. Y llena, y llena, y llena, y llena.

¿Y la recibió sin desconfianza, como una admiración sincera?

Sí, sí. ¿Sabe?, creo que cuando una estrella es de las dimensiones de Raphael no concibe que pueda haber ironía en eso. Está a otro nivel. Si alguien le dice que lo admira, él se lo toma como lo que es. Creo que para este tipo de estrella es algo inconcebible. Son de otra pasta. En cuanto a lo que yo haya tenido que ver, no sé. Para mí no es necesario que haya un Tarantino para que Travolta sea alguien. Me parece triste que la gente crea que es necesario Santiago Segura para dar dimensión a Tony Leblanc. Los ídolos y las estrellas son. Si tú no tienes cultura y no los conoces, no es culpa de nadie.

Usted y Canut siempre han hecho canciones con tendencia a convertirse en himnos.

Es que somos muy... ¿qué palabro usa Nacho...? Opinionados. Igual que somos opinionados en las entrevistas, lo somos en las canciones. Y es propio de un tipo de artistas. Morrissey te gustará o no, te caerá bien o mal, pero agradeces las entrevistas, las canciones; agradeces saber lo que pide para ir a Benicàssim y lo que prohíbe para ir a Benicàssim. Supongo que es más efectivo cuando eres opinionado y te presentas así. No sé si tendremos un poco de prejuicio con esto. Probablemente, sí, un prejuicio punk.

Hay un decálogo de prejuicios punk que no nos hemos podido quitar jamás: "Sea usted siempre sincero en las entrevistas". La antítesis con las folklóricas, que nos gustaban a rabiar: para ellas todo era misterio, que no se supiera muy bien... Esto era impensable para nosotros, porque en el punk es: te preguntan, contestas. Sea política, sexo, todo. Luego, "las guitarras y los bajos por encima de la línea de la rodilla están prohibidos". Hay que tocar como los Ramones, con la guitarra colgando. También, "prohibidos los solos de guitarra". Todo así. Y seguro que lo del mensaje mesiánico viene de ahí. Un prejuicio punk.

¿Conservan la emoción y los nervios del directo?

Nuestros nervios nunca fueron nervios buenos. Los conciertos de Kaka de Luxe eran directamente de blackout para salir al escenario. Ni disfrutabas el previo ni nada de nada. Era a la desesperada: "Dame Cointreau, dame lo que sea. Cerveza con pajita, que se sube más". Era terror. Pero no por el público, sino por una situación, que era un poco alien. Eso ya no nos pasaba en Los Pegamoides, porque estábamos muy unidos entre nosotros. Nos comíamos el mundo porque estábamos muy seguros de lo que hacíamos. En Kaka de Luxe, no, estábamos convencidos de que no lo estábamos haciendo bien. De hecho, duró lo que duró porque aquello no iba a ninguna parte. Después de aquella escisión, nervios hay siempre, pero emoción buena. Y eso no tiene por qué caducar.

¿Por eso nunca han dejado de hacerlo?

Es que ya sólo el hecho de saber que el sábado la furgoneta llega a tu casa y te subes y te vas... Todo el proceso es divertido, no sólo llegar y tocar y que a la gente le guste. Por eso nunca hemos podido dejar de hacer vida de grupo, aun siendo Nacho y yo. Por ejemplo, nos llevamos a las bailarinas en la furgoneta. Entonces siempre surge algún drama: que si un novio me dijo no sé qué€ ¡conversación!Cuando has estado en un grupo y ese grupo ha sido compacto, creo que es muy difícil ser solista porque echas mucho de menos todo lo que no es únicamente salir y cantar.