Arrasa. Es artista, cantante, modelo, influencer y lo que le apetece cada mañana. Samantha Hudson llega hoy al Teatro de Las Esquinas, a partir de las 21.00 horas, con su último espectáculo, La reina de los bajos fondos. Sabe lo que quiere hacer pero no tiene claro cómo saldrá, porque es un estreno: «El show será un gran ensayo, en primicia, de los nuevos temas del próximo álbum». No dejará atrás Eutanasia deluxe, la función que le hizo llenar los teatros de toda España. ¿La clave de su éxito? «Es que los maricones están fatal».

La reina de los bajos fondos es parte de su crecimiento como artista. Hudson asegura que el espectáculo será «más concierto y menos teatro», aunque sabe que «la música siempre va de la mano de la performance». La parte actoral parece un monólogo, «como los que hacía Eva Hache en El club de la comedia». De primeras, el nuevo show de Samantha Hudson parece complicado de describir, por esa mezcla de teatro, música y cabaret con la que sale a escena. Ella, sin embargo, es capaz de hacer una definición muy precisa: «Es una mezcla de los cantajuegos y La Zowi, es como una despedida de soltero venida a menos».

Aunque conoce la fama desde hace tiempo –en 2015, con solo 15 años, fue centro de una polémica por un vídeo en el que criticaba los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, que recogió firmas para expedientarla–, Hudson asegura que se mantiene «en el mismo punto de siempre». De hecho, aún no entiende muy bien cómo tanta gente está pendiente de sus publicaciones en redes y de sus actuaciones: «Nunca imaginé que tanta parte de la sociedad española se atreviese a fingir que soy artista». Pero su idea de triunfar en el mundo del espectáculo lleva toda su vida en mente, porque Hudson se siente «una súper estrella desde que mi madre me dio a luz».

Lo que no sabe todavía es el género musical que practica. Hudson afirma que «cada canción y cada tema que trato son diferentes», porque todo depende de su día: «Cada mañana que me despierto juego a ser alguien distinto». Entre tantos cambios de personalidad, diferencias de estilos y nuevos objetivos, Hudson vuelve a su origen, sintiéndose «una niña que juega en el cuarto de su madre a ser una popstar».

Sus cuentas de Twitter o de Instagram son su pasarela diaria, donde arte, política y opiniones se mezclan entre sus publicaciones. Defensora de los derechos LGTB y una de las pocas influencers que recupera el concepto de clase obrera, Hudson considera que «no soy activista, lo único que hago es hablar sin tapujos». Las conversaciones con sus seguidores son mucho más que entretenimiento o contenido virtual. «Mi mecanismo de autodefensa es ser feliz, pero sufro como todos», reflexiona Hudson, que considera sus stories «un modo de decirme a mí misma cosas que no me atrevo a pensar de normal». Grabados con el teléfono, estos mensajes también le sirven a la influencer «para ayudar a los demás, o al menos intentarlo». «Lo único que quiero es la paz en el mundo», exclama entre risas.

A los cientos de miles de seguidores que acumula en sus diferentes perfiles en sus redes sociales se sumarán, a lo largo de este mes de septiembre, un público mucho más generalista y de una edad mucho mayor a la de sus fieles. Hudson es participante en la nueva edición de Masterchef Celebrity, un programa que le acerca aún más a su objetivo: «Mi target son las señoras mayores que no vienen o no conocen mis shows». Hudson tiene claro que les gustará: «Quiero conectar con ellas, porque para mí son el epítome de la perfección».

«Creo que soy más un emoji que un icono», reflexiona. Sobre la religión, su respuesta es más ambiciosa: «Soy mejor que Jesucristo, yo sí respondo, él cuando rezas no te dice ni mú». Palabra de Hudson