Aunque el anuncio de Jamie Spears, padre de Britney Spears, la semana pasada, de renunciar a la tutela legal de su hija puede significar un triunfo para la cantante, que desde hace años lucha para volver a tomar las riendas de su vida personal y de su trayectoria profesional, no es el fin de esta odisea, pues será otra persona la que vigilará cada uno de sus pasos cuando deje de hacerlo su progenitor.

Para conocer el origen de la grotesca situación que vive la cantante hay que remontarse a 2007, cuando la estrella del pop inició una senda errática tras su divorcio del bailarín Kevin Federline y la pérdida de la custodia de sus dos hijos: Sean Preston y Jayden.

Muchos de sus impredecibles comportamientos, violentos en algunos casos, fueron inmortalizados por los paparazzi. Las cámaras la captaban unas veces desorientada y otras agresiva, como cuando fue fotografiada golpeando el coche de un reportero. Aunque el momento más difícil de olvidar fue cuando, en plena crisis nerviosa, acudió a una peluquería de Los Ángeles y se rapó la cabeza. Ocurrió el 16 de febrero de 2007, pero después protagonizó otros muchos episodios perturbadores.

Episodio decisivo

Pasado un tiempo, Britney presentó su nuevo sencillo, Gimme More, en los premios MTV. El espectáculo, según algunos de los asistentes, fue lamentable: tenía la mirada perdida, era incapaz de seguir la coreografía y no dejaba de mirar al suelo y dar tumbos sobre el escenario. Días después, a raíz de una sonada disputa con su exmarido, se encerró en el baño con uno de sus hijos. Para entonces sus problemas mentales y su abuso del alcohol y la cocaína eran vox populi, por lo que fue internada en un centro de rehabilitación.

Pocos meses después se produjo el episodio que ha marcado los últimos 13 años de su vida personal y profesional. El 1 de octubre de 2007, un tribunal dictaminó que la joven debía permanecer bajo la tutela temporal de una persona competente, hasta que se recuperara y pudiera llevar una existencia normal. Pero esa “tutela temporal” se convirtió primero en semanas, después en meses y finalmente en más de una década, así que la cantante, una vez recuperada, o eso dice, inició una lucha judicial para recuperar el control de su vida y de sus finanzas.

El año 2008 no fue tampoco un buen año. La alegría que debía suponer el debut en Becoming Britney, un musical basado en su vida, quedó pronto ensombrecida. Tras una visita de sus hijos, Britney se negó a devolver a los niños al padre. A llegar la policía, los agentes consideraron que la cantante estaba bajo los efectos de las drogas y la justicia dictaminó que debía de ser ingresada en un psiquiátrico por su bien y el de los suyos. El juez estipuló también que Britney quedara bajo la tutela de su padre y de su abogado, lo que significa un acceso total a las finanzas y a las propiedades de la cantante. Meses después, la justicia decretó que la tutela fuera totalmente permanente.

Gracias a esa decisión judicial quizá Britney conserva hoy gran parte de su fortuna, pues su progenitor, de 68 años, logró una orden de alejamiento contra su exrepresentante, su exnovio y su abogado. Los tres estaban conspirando para hacerse con el control de los millones de dólares de la artista.

Además de manejar durante una década las finanzas de su hija junto a una firma de gestión de patrimonios, Bessemer Trust, que también controla otros aspectos privados de su vida, Jamie Spears ha llevado un control quizá abusivo de Britney, ya que pasó a convertirse en su agente, gerente y cuidador, así como en el administrador de absolutamente todos sus ingresos, hasta la actualidad.

Lejos de las redes sociales

En 2019, Britney desapareció de las redes, cansada de no poder hacer nada, ni siquiera salir de compras, sin el beneplácito de Jodi Montgomery, su mánager, a quien el padre cedió la administración. Ante la desesperada situación de la diva del pop, sus fans pusieron en marcha el movimiento #FreeBritney, que nació en 2019 con el apoyo de celebridades como Miley Cyrus, Paris Hilton y Cher, y que organizó manifestaciones en varias ciudades de EEUU. Los seguidores incluso se plantaron en las puertas del tribunal de Los Ángeles donde el pasado junio se celebró un juicio sobre la tutela paterna.

Allí, tras años de silencio, la intérprete de Toxic ofreció ante el juez un apasionado testimonio. “Señoría, mi padre y cualquier persona involucrada en esta tutela, y mi familia, que jugaron un papel importante en castigarme cuando dije ‘no’ [a ir de gira], deberían estar en la cárcel”, subrayó la artista. Otro hecho clave en esta batalla judicial es que la joven pudo elegir hace un mes a su propio abogado, Mathew Rosengart, quien hace unos días ejecutó la petición formal para retirar a Jamie Spears de la tutela legal para que la cantante pudiera despertar de la “pesadilla kafkiana” en la que se ha convertido su existencia. “Ya es hora de que el señor Spears sea suspendido como tutor. Mi bufete y yo nos moveremos para lograr este resultado”, dijo el letrado.

Padres tóxicos en el pop

Murry Wilson - THE BEACH BOYS

El patriarca de los Wilson hizo crecer al grupo a base de intimidaciones (“parecéis mariquitas, no sabéis lo que es trabajar duro”), violencia psicológica (le gustaba extraerse el ojo de vidrio delante de sus hijos) y tortazos. No paró hasta que el genio del clan, Brian Wilson, a quien siempre desanimó, le cedió sus derechos de autor (los recupero años después). Músico frustrado con delirios de grandeza, grabó un disco de discreto recuerdo. Falleció en 1973 de un ataque al corazón.

Marvin Gay Sr. - MARVIN GAYE

Cuando fichó con Tamla Motown, en 1960, con 21 años, Marvin Gaye añadió una e a su apellido (Gay) no solo para evitar equívocos sobre su sexualidad sino también para marcar distancias con su padre, reverendo de la Iglesia Pentecostal, a quien describió como «un rey cruel y autoritario». Relación calamitosa, con maltratos en su infancia y posteriores episodios de depresión. El clímax llegó la víspera de su 45º cumpleaños, en 1984, cuando Gay Sr. saldó una discusión con su hijo propinándole dos disparos mortales. Le sobrevivió hasta 1998.

Joe Jackson - THE JACKSONS

En una entrevista en 1993 con Oprah Winfrey, Michael Jackson confesaba el régimen intimidante que su padre impuso a los hermanos, los Jackson 5, a quienes hacía ensayar a golpe de correa y les exigía que le llamasen Joseph en lugar de papá. Aunque el vínculo se suavizó con los años (y Janet defendió su honor: “Me impulsó a ser la mejor persona posible”), Michael, fallecido en 2009, excluyó al progenitor de su testamento. Joe murió nueve años después.

Luisito Rey - LUIS MIGUEL

Tal como reflejó la serie de Netflix, la carrera de Luis Miguel estuvo orquestada por su padre, el cantante gaditano Luis Gallego (más conocido como Luisito Rey). Pero más allá de ese relato, que incluye el control de sus romances adolescentes, hay acusaciones sórdidas: de suministrarle cocaína para aguantar el trajín promocional, de estafarle con las giras y de estar detrás de la desaparición de su madre. El sol de México prescindió de él como mánager al alcanzar la mayoría de edad. Luisito falleció de una neumonía a los 47, en 1992.