No corren buenos tiempos a nivel mundial debido a la pandemia de la COVID-19 y, por lo tanto, tampoco dentro del seno de los Estados Unidos. Donald Trump sigue llamando la atención con sus iniciativas y propuestas, las mismas que están generando muchas revueltas dentro de su país. La última, este martes, cuando el presidente de EEUU, defendía que la capital del país, Washington, era "el lugar más seguro de la Tierra". Fue el día que la Policía utilizaba gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a manifestantes en las inmediaciones de la Casa Blanca, en el contexto de las protestas que tienen lugar desde la muerte del afroamericano George Floyd, que fallecía asfixiado por un policía en Minneapolis. Desde entonces, las protestas se llevan sucediendo con gran fuerza.

Estas declaraciones, sumadas a otras como su intención de suprimir su financiación a la OMS, están suscitando ampollas. La propia alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, condenaba a través de Twitter las acciones de la Policía valorándolo como "vergonzoso" y "sin provocación" el uso de gases lacrimógenos contra la multitud.

Además, Bowser, expresaba su sorpresa "y francamente enfado" porque "personas que no estaban violando el toque de queda y que no parecían haber provocado un ataque, fueron atacadas por parte de las fuerzas de seguridad federales, que recibieron instrucciones de limpiar el camino para el presidente".

Pero no solo por parte de Bowser se ve el desacuerdo de algunos de sus comentarios. También la propia Melania Trump ha mostrado su distancia con su marido en otros momentos de su mandato. Este martes porla noche se convertía en trending topic por su cara... porque hacía tiempo que no la veíamos. Las apariciones del matrimonio han sido más espaciadas en los últimos tiempos. Y junto al presidente de Estados Unidos acudía al centro cultural Papa Juan Pablo II, donde dejó una corona de flores como homenaje a las víctimas.

Melania aparecía vestida de luto, con unas grandes gafas y el rostro muy serio, con un gran tristeza. Su rostro recuerda al de la princesa Charlene de Mónaco a lo largo de estos años. Ese estar y no estar que no puede evitar demostrar aunque sea en la presencia de los medios y la opinón pública. Melania ocultaba sus ojos tras sus grandes gafas de sol pero la melancolía de la primera dama daba la vuelta al mundo. Tan evidente era que en un momento el presidente se dirigió a su esposa y a esta solo le salió una sonrisa impuesta que se quedó en un intento. No le salía, no podía... ¿Le habrá comentado luego algo Donald Trump en privado?