Parece saludable y todos la compran, pero esta comida preparada es una bomba y los expertos piden evitarla
Las etiquetas que destacan características como “bajo en grasa” o “sin azúcares añadidos” pueden dar la impresión de que el producto es bueno

Varios envases para platos preparados en los lineales de un supermercado. / MANU MITRU
En una realidad donde la información nutricional está al alcance de todos, la elección de alimentos saludables debería ser más sencilla. Sin embargo, muchas veces nos dejamos guiar por señales intuitivas como los nombres que evocan bienestar, los colores verdes en los empaques, las etiquetas que destacan palabras como "natural" o "ligero" e incluso las imágenes de frutas y verduras frescas. Estas estrategias, diseñadas para transmitir una percepción de salud, pueden desviarnos de la verdadera calidad de los productos que consumimos y nos llevan a decisiones que no siempre son las mejores para nuestro cuerpo.
El diseño de los productos en los supermercados busca captar nuestra atención con elementos visuales y términos que asociamos con alimentos saludables. Los colores brillantes, especialmente los tonos verdes, nos transmiten una sensación de frescura, mientras que palabras como “bio”, “fit” u “orgánico” refuerzan la idea de que estamos tomando una decisión beneficiosa. Además, las etiquetas que destacan características como “bajo en grasa” o “sin azúcares añadidos” pueden dar la impresión de que el producto es bueno para la salud, aunque estas afirmaciones no siempre reflejan un perfil nutricional completo. Aunque estas prácticas son legales y están reguladas por las autoridades, no siempre garantizan que el alimento sea tan beneficioso como aparenta.
Los alimentos preparados son un ejemplo claro de esta desconexión entre percepción y realidad. Para muchas personas, representan una solución rápida y cómoda en el día a día, especialmente cuando el tiempo para cocinar es limitado. Productos como cremas de verduras, ensaladas listas para consumir o incluso caldos precocinados parecen ser opciones más saludables que otras alternativas ultraprocesadas, pero los expertos advierten que no siempre es así. Si bien cumplen con las normativas alimentarias y son aceptables en momentos puntuales, estos productos pueden esconder riesgos nutricionales que no son evidentes a simple vista. Muchos de ellos contienen altos niveles de sodio, grasas saturadas o azúcares ocultos, elementos que pueden ser perjudiciales para la salud si se consumen con frecuencia.
Un ejemplo especialmente preocupante de este fenómeno son las cremas de verduras precocinadas. Presentadas como una opción ligera y nutritiva, muchas personas las eligen pensando en un plato saludable y fácil de preparar. Sin embargo, los nutricionistas alertan sobre los problemas de estos productos, que están disponibles en prácticamente todos los supermercados. Aunque su imagen sugiere que son una fuente de vitaminas y minerales, la realidad es que muchas de estas cremas contienen grandes cantidades de sal, grasas saturadas provenientes de aceites refinados y muy pocos ingredientes frescos. En lugar de ser un alimento denso en nutrientes, suelen estar compuestas principalmente de agua, almidones y grasas, lo que disminuye significativamente su valor nutricional.
Además, el proceso de producción y conservación al que se someten las cremas de verduras comerciales puede reducir los beneficios que originalmente aportan los vegetales. En algunos casos, se utilizan aditivos para mejorar el sabor y la textura, lo que agrava aún más el perfil nutricional del producto. Esto es especialmente común en marcas económicas, donde los ingredientes de baja calidad son compensados con sustancias artificiales. Ante esta realidad, los expertos recomiendan optar por preparaciones caseras, donde el control sobre los ingredientes asegura un resultado más saludable. Si no es posible, es importante elegir opciones comerciales con etiquetas claras, que indiquen un bajo contenido de sodio y la ausencia de aditivos innecesarios.
El auge de los platos preparados ha transformado los hábitos alimenticios de muchas personas, ofreciendo conveniencia a menudo a costa de calidad nutricional. Productos como las cremas de verduras precocinadas, que parecen ser una alternativa saludable, demuestran que no todo es lo que parece. Leer las etiquetas, comparar opciones y priorizar los alimentos frescos y naturales son pasos fundamentales para cuidar nuestra salud sin renunciar a la practicidad. La próxima vez que te encuentres en el pasillo de los productos preparados del supermercado, recuerda que lo verdaderamente saludable no siempre está en el empaque, sino en los ingredientes.
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